Sobre el mediodía de este lunes, según el Ejército, el Black Hawk uh-60 de matrícula EJC 2185 sobrevolaba una zona de Teorama en Norte de Santander y, justo cuando su piloto hizo la maniobra de aterrizaje en el cerro de la vereda el Bejuco, se registró la explosión que partió el aparato en dos el aparato.
El rotor principal se desprendió y sus aspas volaron en pedazos. Cuatro de los quince militares que iban a bordo murieron.
Una hipótesis señala que los explosivos fueron activados a la distancia cuando se hacía el desembarco de las tropas que iban a reforzar la seguridad del oleoducto Caño Limón Coveñas.
Una fotografía en la que se ve aterrizando otro helicóptero que evacuó a los heridos evidencia que el improvisado helipuerto fue construido hace varias semanas.
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Expertos afirman que si se trató de minas sembradas por la guerrilla, fueron puestas después de su construcción y el sitio no fue asegurado ni vigilado permanentemente.
En pocas palabras, los subversivos conocían previamente el área donde aterrizaría el helicóptero.
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Con este helicóptero ya son tres los Black Hawk que han perdido las Fuerzas Militares en lo corrido de este año.