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Con el fin del verano en el hemisferio norte, Hollywood cambia el chip de las superproducciones taquilleras a la época más esperada del calendario cinematográfico: la temporada de premios. Los festivales de Venecia, Toronto y Telluride ya dejaron claro cuáles son los títulos que comienzan a perfilarse como favoritos en la carrera hacia los Oscar, cuya ceremonia se celebrará el 14 de marzo de 2026.
Entre adaptaciones literarias, dramas deportivos, apuestas de ciencia ficción y hasta biopics musicales, la lista de contendientes refleja la diversidad del cine contemporáneo y la ambición de directores y actores por hacerse con una estatuilla dorada.
La adaptación de la novela de Maggie O’Farrell llega con todos los ingredientes de una candidata perfecta: la dirección de Chloé Zhao, ganadora del Oscar por Nomadland, y la dupla actoral de Jessie Buckley y Paul Mescal. Ambientada en 1596, la cinta explora la muerte del hijo de Shakespeare y la génesis de Hamlet. Su victoria en el Premio del Público de Toronto ya la sitúa en el radar académico.
Con One Battle After Another, el director Paul Thomas Anderson busca romper su racha de múltiples nominaciones sin victoria. La película, que cuenta con Leonardo DiCaprio al frente, mezcla acción, drama y un relato sobre antiguos revolucionarios que unen fuerzas para rescatar a la hija secuestrada de uno de ellos. La crítica la ha descrito como apasionante y vibrante a pesar de sus casi tres horas de duración.
Ryan Coogler vuelve a trabajar con Michael B. Jordan en un thriller de vampiros con tintes sociales. En Sinners, el actor interpreta a dos hermanos gemelos que regresan al delta del Misisipi sin imaginar la amenaza sobrenatural que los espera. Contra todo pronóstico, la película combina éxito de taquilla con el interés de la crítica, un factor que la convierte en una carta fuerte para los Oscar.
La actriz se transforma radicalmente para Bugonia, su cuarta colaboración con Yorgos Lanthimos. Stone encarna a una ejecutiva poderosa secuestrada por conspiracionistas, mientras Jesse Plemons, su coprotagonista, apunta a su primera nominación. El director griego, que ya conquistó con The Favourite y Poor Things, busca consolidar su lugar en la temporada.
Sydney Sweeney se aleja de la comedia romántica para interpretar a la boxeadora Christy Martin, un ícono del deporte en los 90 cuya vida estuvo marcada por la violencia de género. Dirigida por David Michôd, la cinta se inscribe en la tradición de biopics deportivos que la Academia suele premiar.
Tras anunciar su retiro en 2017, el actor resurge en Anemone, dirigida por su hijo Ronan. Allí encarna a un exsoldado que se reencuentra con su hermano tras dos décadas de aislamiento. El simple regreso de Day-Lewis ya convierte a la película en un evento cinematográfico.
En The Smashing Machine, “La Roca” abandona los papeles de acción para dar vida al luchador de la UFC Mark Kerr. Su transformación física y dramática ha sorprendido en festivales, y más de un crítico apunta a que esta podría ser su puerta de entrada a los Oscar.
Otras películas que han dejado huella en festivales incluyen Sentimental Value, de Joachim Trier, sobre la reconciliación de dos hermanas; After the Hunt, de Luca Guadagnino, que pone en debate el abuso de poder en la academia universitaria; y Yek tasadef sadeh, del iraní Jafar Panahi, ganadora de la Palma de Oro en Cannes.
No todo es cine de autor. Wicked: For Good y Avatar: Fire and Ash llegan con el respaldo del público masivo. Aunque sus principales bazas estarán en categorías técnicas, la Academia suele incluir blockbusters en la terna de Mejor Película para mantener el interés de la audiencia.
Entre los títulos que podrían dar la sorpresa figuran el Frankenstein de Guillermo del Toro, el biopic musical Springsteen: Deliver Me from Nowhere y el regreso de Kathryn Bigelow con A House of Dynamite. Con la ampliación de la categoría de Mejor Película y una base de votantes cada vez más internacional, la temporada de premios 2026 promete diversidad de géneros y sorpresas. Desde relatos íntimos hasta megaproducciones, el cine vuelve a demostrar que su mayor poder es la capacidad de emocionar, sin importar el formato ni la escala.
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