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Un asteroide de casi 300 metros de largo, mil veces más grande que el meteorito caído en la ciudad rusa de Cheliábinsk en 2013, pasó de largo este jueves, 18 de septiembre de 2025 cerca de la Tierra, según científicos rusos. "Hoy, a las 10.41 hora de Moscú (07.41 GMT), (el asteroide) pasó de largo respecto a la Tierra y la Luna a una distancia mínima estimada (casi 800.000 kilómetros) y en estos momentos se está alejando del planeta", informó el Laboratorio de Astronomía Solar de la Academia de Ciencias de Rusia en Telegram.
El asteroide 2025 FA22, que tiene un tamaño de entre 130 y 290 metros, "fue incluido en la lista de uno de los cuerpos celestes potencialmente más peligrosos para el planeta". El FA22 regresará a la Tierra "dentro de once años, el 20 de agosto de 2036, pero a una distancia notablemente mayor que esta vez (25 veces más)", señala. "El peligroso acercamiento se espera para 2089 y especialmente en 2173", añade el comunicado.
Pese a sus considerables dimensiones, señaló el miércoles el Laboratorio, "la probabilidad de que dicho cuerpo impacte contra el planeta es ínfima", por lo que calificaron de "nula" esta posibilidad dada la trayectoria actual. El evento pudo ser observado con ayuda de un telescopio de 300 milímetros para aficionados avanzados o profesionales. Los científicos rusos indicaron que se trata de uno de los mayores que pasará a una distancia de menos de un millón de kilómetros de la Tierra y destacaron que durante toda la historia de la humanidad no ha caído ninguno tan grande.
De hecho, el famoso cráter Barringer de Arizona fue provocado por la caída de un meteorito entre diez y cien veces menor hace unos 50.000 años. Según los cálculos astronómicos, este asteroide está "en cierto sentido sincronizado con la Tierra y periódicamente pasa cerca del planeta", señalaron los científicos, que recordaron que fue visto la última vez el 17 de septiembre de 1940 y volverá a acercarse en septiembre de 2173. "Es preciso señalar que con esta órbita las posibilidades de que esta roca termine sus días impactando la Tierra son bastante altas", concluyeron los astrónomos.
Este tipo de eventos ha despertado el interés global por los objetos cercanos a la Tierra (NEOs, por sus siglas en inglés), especialmente desde que se identificó al asteroide Apophis, uno de los más estudiados y vigilados por la comunidad científica internacional.
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Descubierto en 2004, el asteroide 99942 Apophis generó una gran preocupación en sus primeros años de observación. Con un diámetro de aproximadamente 340 metros, Apophis fue considerado durante un tiempo como el objeto con mayor probabilidad de impacto contra la Tierra. Los cálculos iniciales indicaban que existía una posibilidad de 1 entre 37 de colisión en el año 2029, lo que lo convirtió en el primer asteroide en alcanzar el nivel más alto en la Escala de Torino, que mide el riesgo de impacto de objetos espaciales.
La alarma fue tal que se activaron protocolos internacionales de seguimiento y se intensificaron las observaciones desde múltiples observatorios en todo el mundo. Afortunadamente, con el paso del tiempo y la mejora en los modelos orbitales, se descartó la posibilidad de impacto en 2029. Sin embargo, el paso de Apophis será extremadamente cercano: el 13 de abril de 2029, el asteroide pasará a tan solo 31.000 kilómetros de la superficie terrestre, más cerca que muchos satélites geoestacionarios.
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Este sobrevuelo será visible a simple vista desde algunas regiones del planeta, especialmente en zonas de Asia, África y Europa. Se espera que Apophis brille como una estrella de magnitud 3, lo que lo hará observable sin necesidad de telescopios. Este evento representa una oportunidad única para estudiar un asteroide de gran tamaño en tiempo real, y varias agencias espaciales, incluida la NASA, han preparado misiones de observación para analizar su composición, forma, rotación y comportamiento gravitacional.
Uno de los aspectos más interesantes del paso de Apophis es cómo la gravedad terrestre podría alterar ligeramente su órbita. Este fenómeno, conocido como efecto de asistencia gravitacional, será monitoreado cuidadosamente, ya que podría influir en futuros acercamientos del asteroide. Aunque la probabilidad de impacto en años posteriores como 2068 ha sido descartada por ahora, los científicos continúan observando su trayectoria con precisión milimétrica.
El caso de Apophis y el reciente paso de FA22 han reforzado la necesidad de contar con estrategias de defensa planetaria. En 2021, la NASA lanzó la misión DART (Double Asteroid Redirection Test), cuyo objetivo fue probar la capacidad de desviar un asteroide mediante impacto cinético. La misión fue un éxito: DART logró alterar la órbita del asteroide Dimorphos, demostrando que es posible modificar la trayectoria de un objeto espacial con tecnología actual.
Este tipo de misiones son fundamentales para el futuro, especialmente si se detecta un asteroide con alta probabilidad de impacto. Además de DART, existen propuestas para utilizar explosiones nucleares controladas, tractores gravitacionales y velas solares como métodos de desviación. La clave está en la detección temprana, lo que requiere una red global de observatorios y satélites dedicados al monitoreo constante del cielo.
EFE
ÁNGELA URREA PARRA
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