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Por primera vez en la historia, los astrónomos creen estar a las puertas de confirmar la existencia de una atmósfera semejante a la terrestre en un mundo fuera de nuestro sistema solar. El protagonista es TRAPPIST-1e, un planeta rocoso a unos 40 años luz de distancia, ubicado en la constelación de Acuario, dentro de un sistema planetario descubierto en 2016 por un grupo de astrónomos belgas.
El hallazgo se sustenta en las observaciones preliminares del Telescopio Espacial James Webb (JWST), que, con cuatro tránsitos registrados en 2023, no ha podido descartar la presencia de una atmósfera secundaria, rica en nitrógeno y posiblemente similar a la de la Tierra. Néstor Espinoza, investigador del Instituto de Ciencia del Telescopio Espacial en Baltimore y coautor de los estudios publicados en The Astrophysical Journal Letters, señaló a CNN que el hecho de que aún no se haya descartado una atmósfera “mantiene vivo el sueño” de hallar un mundo con condiciones aptas para agua líquida y para la vida.
Sobre el sistema planetario TRAPPIST-1, Espinoza detalló que "como sistema planetario, es lo más alienígena que se puede encontra2. TRAPPIST-1e es el cuarto planeta en ese sistema y los estudios sugieren que podría tener una atmósfera semejante a la de nuestro planeta. "La estrella es muy, muy pequeña, del tamaño de Júpiter, y tiene al menos siete planetas rocosos orbitando a su alrededor. Tres de ellos están en lo que llamamos la zona habitable, lo que significa que están lo suficientemente cerca de la estrella como para que, si tuvieran una atmósfera, podrían mantener agua líquida", detalló.
Entre esos tres planetas, TRAPPIST-1e se perfila como el mejor candidato para retener agua en su superficie, aunque su estrella emite intensas radiaciones que ya habrían eliminado cualquier atmósfera primaria rica en hidrógeno. Sin embargo, tal como ocurrió en la Tierra hace miles de millones de años, es posible que el planeta haya desarrollado una atmósfera secundaria.
Por otro lado, TRAPPIST-1e es similar a la Tierra también en su tamaño, pero orbita su estrella cada seis días, lo que quiere decir que tiene una velocidad mucho mayor a la nuestro planeta, que tarda 365 días en orbitar alrededor del Sol. Sin embargo, la estrella de ese sistema planetario es considerablemente pequeña en comparación con el Sol. "Si pudieras traer mágicamente la estrella TRAPPIST-1 a nuestro sistema solar, todos los planetas y sus órbitas cabrían dentro de la órbita de Mercurio", explicó Espinoza.
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Más allá de la emoción, los especialistas todavía son cautos con los avances de esta investigación. Sara Seager, astrofísica del MIT y coautora de los estudios, subraya que los nuevos datos permiten descartar atmósferas densas de dióxido de carbono como en Venus o Marte, y enfocarse en escenarios más cercanos a la composición terrestre. Otros investigadores, como Eric Agol (Universidad de Washington), advierten que los resultados son “interesantes pero incompletos”, y que habrá que esperar a las 15 nuevas observaciones programadas por el JWST antes de fin de año.
La confirmación de una atmósfera en TRAPPIST-1e tendría un impacto revolucionario: demostraría que incluso los planetas en torno a enanas rojas —el tipo de estrella más abundante del universo— pueden retener atmósferas estables, multiplicando las posibilidades de vida más allá de la Tierra.
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“Hace tres años esto era ciencia ficción. Hoy estamos muy cerca de saber qué tipo de mundo es TRAPPIST-1e”, resumió Espinoza. El veredicto podría llegar en cuestión de meses, y marcaría uno de los hitos científicos más importantes de la astronomía moderna.
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