Por varias generaciones, los integrantes de la comunidad wayú han tenido que vivir el rigor de no contar con servicios básicos como el agua potable.
En las tierras áridas de La Guajira y en muchos otros lugares alejados del país, las necesidades básicas no resueltas abruman a más de uno, pero tal vez la que más angustia causa por sus consecuencias es la falta de agua potable.
Los niños sí que han sufrido en carne propia lo que significa tener sed y no contar con una sola gota del preciado líquido para calmarla.
“Yo digo, si me agarro toda el agua, tengo que tener sed, entonces, hay que pedirle a Dios para que Él ayude con el agua", expresó una niña wayú.
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Además de sed, estos pequeños históricamente han sufrido de hambre, pero este ya no es el problema más grave porque como sea la comida llega.
Los menores de edad con desnutrición no solo entran a los hospitales agonizantes por el dolor físico que produce no tener nada en el estómago, sino con otras enfermedades asociadas a la falta de consumo de agua potable, como le pasó a la hija de Wenddy Mayerly.
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“El agua no es potable, el agua la agarramos de un pozo y desde ahí la niña se enfermó”, manifestó,
Los médicos son por mucho los que a diario ven esta cruda realidad que ha puesto contra las cuerdas a los niños de La Guajira.
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“La falta de agua potable obviamente nos da una condición de que los niños puedan tener patologías gastrointestinales y al tener esto tienen diarreas y vómitos, que por lo general es la principal causa de consulta al sector salud y esto contribuye a que bajen de peso y que si están en riesgo de desnutrición, lleguen a la desnutrición", dijo la doctora Yulezy Salazar.
La solución ala falta de agua , que por años ha minado el bienestar de estas comunidades, ha ido llegando con pozos que funcionan con energía eólica.
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Sin embargo, cuando la única posibilidad de tener agua fresca se daña, no les queda de otra que salir a buscarla a como dé lugar.
“Cuando entra el verano, la brisa desgasta parte la varilla y ahí es donde entra la necesidad del agua. Cuando no tenemos agua, nos trasladamos hasta Riohacha y solicitamos carrotanques o vamos hasta donde los vecinos a que nos regalen el preciado líquido", dice Reinaldo Epieyú, líder wayú.
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Con la estrategia Agua al Campo el Gobierno nacional busca que la sed no acabe con las ilusiones de los más pequeños.
Mientras tanto, a los niños, mucho más conscientes que los adultos del valor del agua y de las dificultades para obtenerla, no les queda más que ahorrar cada gota, que para ellos es el mayor de sus tesoros.
“Buscamos el agua para que en la casa agarren poquito, poquito, para que el agua rinda y dure", dice una niña wayú.
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