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Comunidad libra incansable batalla por salvar dos humedales en Bogotá y Neiva

Aunque son importantes ecosistemas, dicen que ha habido poco compromiso de administraciones locales para preservarlos. Informe especial.

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Los humedales son cuerpos de agua que representan invaluables servicios a los ecosistemas, ayudan a contener inundaciones y también son el hogar de centenares de especies de aves.

El problema es que las ciudades y su urbanismo están acabando con ellos. Dos casos, uno en Bogotá y otro en Neiva, dan cuenta de eso.

Humedal El Salitre en Bogotá

Los vecinos del Humedal El Salitre han librado muchas batallas para conservarlo. La primera fue porque la ciudad lo reconociera como un humedal y, la segunda, para que las autoridades distritales se encarguen de cuidarlo.

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Hay una nueva amenaza que se cierne sobre el Humedal El Salitre, uno de los quince humedales reconocidos de Bogotá.

Primero fue una gigantesca pista de BMX, no muy lejos, donde se talaron más de 450 árboles. Además, se construyeron unas pistas sintéticas y, para terminar, se plantea construir un complejo residencial con torres de 14 y 18 pisos.

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Margaret Peña es una de la vecinas del sector preocupadas por esta problemática

“Lo que van hacer acá son unos apartamentos, cada uno tiene un metraje de 28 metros cuadrados y son 1688 apartamentos”, declaró.

En el predio, muy cerca al humedal, funcionaba la Aldea de los Niños, terrenos donados a la ciudad por el filántropo José Joaquín Vargas y que administraba la Beneficencia de Cundinamarca.

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De acuerdo con el artículo 62 de la Constitución, cuando se donan bienes al Estado, se vuelven bienes fiscales y son imprescriptibles, no se pueden enajenar, según Margaret Peña.

Pero estos fueron vendidos a privados. Lady Herrera es otra vecina del sector que ha hecho seguimiento al tema y explica cómo las autoridades se las ingeniaron para cambiar el uso del suelo.

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“En el año 2016, el Plan de Regularización, el 1153, fue el que cambió el POT y fue avalado para hacer un arreglo adicional a las Aldeas SOS”, explicó Lady Herrera.

Para la concejal de Bogotá Susana Muhamad, esa movida tiene nombre propio.

“Desenglobaron un pedazo de lo que era el Parque El Salitre para generar un predio que, además, tenía uso dotacional y lo pasaron a uso comercial. Esto claramente me parece que es un volteo de tierras ”, manifestó la concejal Muhamad.

El término volteo se refiere a convertir un terreno donado a la ciudad, que era de uso recreacional, y volverlo urbanizable.

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“Pasar de un proyecto inicial de siete pisos a uno de 18 pisos, imagínese la plusvalía del suelo que se están ganando allí, sin ninguna consideración por el humedal. Además, que es la misma administración la que lo está afectando'', agregó la concejal Muhamad.

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Eso es algo que ni ella ni la comunidad entienden, pero también les preocupa las afectaciones ambientales que pueda generar la construcción de unas torres de dichas dimensiones.

Conforme al ambientalista Juan Maldonado, una excavación de más de 40 metros afectaría demasiado la capacidad hídrica del humedal.

Además, una de las características de este humedal es que es uno de los poco que no ha sido contaminado de conexiones erradas de aguas residuales y temen que eso pueda ocurrir.

Este humedal solo se recarga de agua por medio de la lluvia y la construcción de un edificio tan cerca no garantiza que no pueda tener conexiones erradas del alcantarillado.

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Sin embargo, la Secretaría de Ambiente de Bogotá sostiene que estas obras no afectarán el humedal.

“Es un humedal que se nutre a partir de aguas lluvias y se habla del pasado de conexiones de agua de otras fuentes porque no tiene un funcionamiento hidrológico, como otros humedales en ese sentido. La construcción de un proyecto de vivienda no afecta el funcionamiento hidrológico por lo que es agua superficial “, declaró la secretaria de Ambiente de Bogotá, Carolina Urrutia.

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En Neiva también tienen su propia batalla

Pero esta problemática no solo se vive en la capital. En Neiva, una comunidad lleva años luchando por impedir que la urbanización arrase con el humedal El Chavarro o Los Colores.

Unas imágenes tomadas por un dron evidencian el avance del terraplén sobre el cuerpo de agua.

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El agua del humedal está siendo desviada a las redes de alcantarillado, lo que provoca la desecación de los humedales.

Aunque las autoridades ambientales locales lo han catalogado como un cuerpo de agua artificial, Luis Domingo Gómez, el abogado que representa a la comunidad, dice que la realidad es otra:

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“Por allá en la década de los 80, lo que hizo un privado fue conectar las dos microcuencas: el Chaparro y la Barrialoza. Por eso, desde hace un tiempo, la CAM lo caracterizó como un humedal artificial, cosa que contraría la realidad, es un humedal de carácter natural, es histórico”.

Según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, entre 1993 y 2014, el humedal perdió el 74% de su área.

Del 2014 en adelante, han seguido licenciado para construcciones. Hoy es una zona supremamente endurecida, hay edificaciones y se ha construido calles sin la autorización de la autoridad ambiental.

Por eso la comunidad adelanta una acción de tutela para que el humedal sea declarado como sujeto de derechos.

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Proteger las áreas alejadas a los humedales, conocidas como zona de amortiguación, es un imperativo para evitar que sean urbanizadas y tragadas por el cemento.

“No tenemos una figura en POT que nos ayude también a declarar unos predios también como zona de amortiguación del los humedales que son hoy en el POT potencialmente construibles o urbanizables”, explicó la concejal Muhamad.

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Dos comunidades, una en Bogotá y otra en Neiva, que luchan por salvar los humedales que las ciudades ahogan con sus obras.

En el Chaparro, las obras de urbanización avanzan y en Bogotá ya empezaron a llegar la maquinaria a las afueras del humedal El Salitre.

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