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En la noche del sábado 20 de diciembre tuvo lugar una masacre en el sur del Cesar. A las 9:46 p.m., en la vía que conecta los corregimientos de Morrison y Los Ángeles —zona rural del municipio de Río de Oro—, tres personas fueron asesinadas a sangre fría. Una pareja joven, Nelson Rocha Núñez y Nelly Geraldine García Mejía, junto a una niña de apenas 12 años, identificada como Melisa López García, fueron interceptados mientras se trasladaban en una motocicleta blanca.
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Testigos relataron que varios hombres armados aparecieron de forma sorpresiva y sin dar oportunidad de reacción. Dispararon en múltiples ocasiones contra los ocupantes de la motocicleta. En cuestión de segundos, tanto Nelson como Nelly cayeron al piso junto a la motocicleta. Melisa, con apenas 12 años, estaba gravemente herida cuando los primeros auxilios llegaron. Fue trasladada con urgencia al Hospital Álvaro Rodríguez González, en San Martín, donde médicos intentaron salvar su vida. Sin embargo, debido a la gravedad de las heridas falleció horas más tarde.
La noticia de su muerte extendió aún más la consternación entre vecinos y allegados, quienes lloran no solo la partida de dos adultos, sino la de una menor cuya vida apenas comenzaba. Nelson y Nelly trabajaban y residían en Aguachica, pero frecuentaban Río de Oro.
La Subestación de Policía de Los Ángeles activó un grupo especializado de investigación criminal y de inteligencia. El objetivo es reconstruir los hechos y capturar a los responsables. Hasta el momento no hay capturas ni hipótesis oficiales sobre los móviles, aunque la violencia en la región y disputas armadas de bandas dedicadas al narcotráfico serían los posibles detonantes.
El director de la Policía Nacional, brigadier general William Oswaldo Rincón Zambrano, rechazó el crimen, informó que se desplazaron unidades de inteligencia a la zona y anunció investigación rigurosa. Señaló que, aunque hay presencia de grupos al margen de la ley, será con las pruebas que determinarán las razones de esta masacre.
Este hecho se suma a un contexto alarmante: apenas dos días antes, el 18 de diciembre, el municipio de Aguachica fue escenario de un atentado con explosivos contra el Batallón Ricaurte, que dejó siete militares muertos y 30 heridos. El ataque, atribuido a grupos armados ilegales que operan en la región, evidenció la vulnerabilidad del sur del Cesar frente a estructuras criminales que buscan controlar corredores estratégicos para el narcotráfico y otras economías ilícitas.
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La cercanía temporal y geográfica entre ambos hechos ha encendido las alarmas de las autoridades, que advierten sobre una posible escalada de violencia en esta zona del Catatumbo, donde confluyen intereses de bandas criminales y disidencias de las FARC.
ÁNGELA URREA PARRA
NOTICIAS CARACOL