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El patinador colombiano Brayan Carreño se coronó este martes campeón mundial de Solo Danza Sénior en el Campeonato Mundial de Patinaje Artístico sobre Ruedas, disputado en Pekín, con una puntuación total de 161.22.
El camino hacia el oro comenzó en la primera fase, con el programa de Style Dance, en el que enfrentó a 20 representantes de 12 naciones. Allí Carreño impuso condiciones desde el inicio, al lograr el primer lugar con un puntaje de 70.07, compuesto por 36.57 en elementos técnicos y 33.50 en componentes del programa.
La definición llegó con el programa Free Dance, en el que el caleño ocupó el segundo lugar con una puntuación de 91.15 puntos. Sin duda, el camino hacia esta presea dorada ha sido fruto de un trabajo arduo, una disciplina y una pasión inagotable por un deporte que exige excelencia en cada movimiento.
En enero de 2023, Los Informantes conoció su historia y, para ese entonces, su tan anhelado sueño. “A pesar de haber ganado en figuras, me siento más liviano que nunca, porque no tengo nada que demostrar. Son nuevas modalidades a las que tengo que apostarlo todo. Obtuve un cuarto puesto y estoy a nada de conseguir una medalla en solo danza, y a eso le estoy apuntando”, dijo en ese momento.
Ese sueño se hizo realidad, no solo logró colgarse la medalla de oro que tanto buscaba, sino que sabe que fue gracias a su perseverancia, talento y una dedicación que lo han convertido en orgullo del patinaje artístico colombiano.
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El hecho de que un caleño demuestre talento para el baile no es sorprendente, pues la salsa fue el punto de partida de Brayan. Su madre quería que bailara salsa "como buen caleño", y ese ritmo ya estaba en sus venas cuando decidió llevarlo a otro nivel.
Carreño comenzó su carrera en el patinaje artístico a los 13 años. El descubrimiento fue, como él mismo lo describe: "Amor a primera vista". Para él, había una "cierta similitud con lo que estaba realizando en ese entonces, que era el baile". Al ver a su amiga practicando ese deporte, supo que él también podía hacerlo.
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El baile es lo que le proporcionó esa habilidad de expresión, permitiéndole transformarse en la pista. Carreño explicó que cuando está frente al jurado, "para mí todo se paraliza cuando estoy ahí". Atrás queda el joven tímido que se sonroja con facilidad, y emerge el artista sobre ruedas.
Cuando Brayan se adentró en el patinaje artístico, el deporte era visto, especialmente en Colombia, como una disciplina "exclusiva para niñas". Carreño se convirtió en un pionero, irrumpiendo en un mundo donde "no había nombres" de hombres. La vinculación de patinadores masculinos generó reacciones de rivalidad. Él recuerda que las mujeres se sentían "muy celosas al ser siempre niñas y que se empezaran a vincular hombres".
Brayan se vio obligado a romper el tabú de ser patinador artístico. Las críticas vinieron incluso de los padres de familia y otros adultos. "Los papás decían que no era un deporte para hombres que mejor me regresara al baile. Gracias a Dios, no le hice caso". Fueron esos señalamientos, y esas mismas críticas, que lo impulsaron a soñar en grande.
Con el paso de los años y la acumulación de medallas, la “rareza” de ver a un hombre bailando sobre ruedas fue quedando atrás. Para Brayan, la clave está en cómo se proyecta. Aunque admite que no es un deporte que se asocie tradicionalmente a los hombres, su imagen ha generado respeto: "Yo creo que también eso es poco por el respeto de cómo es mi imagen, de cómo yo me proyecto ante los demás, como una persona sería que no tiene absolutamente nada de malo, solamente es una faceta mía deportista".
Brayan Carreño no se quedó corto ante ninguna de las metas que se propuso. Su mentalidad siempre fue ambiciosa. "Desde chiquito siempre me lo planteé, entonces si quería ser el mejor tenía que cambiar la mentalidad y no solamente pensar en un primer puesto nacional tenía que trabajar por algo más grande", mencionó. Con esta perspectiva, Colombia se le quedó pequeña.
El patinador es pentacampeón mundial de patinaje artístico en distintas modalidades, además de 10 veces campeón sudamericano y campeón Panamericano.
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Para dominar estas disciplinas, su jornada es extenuante. "Yo realizo tres modalidades y aproximadamente son 6 horas de lunes a viernes más la preparación física que es hora y media. Ahí comienza también el trabajo de fisioterapia, de Medicina deportiva, Nutrición”, afirmó. Este entrenamiento se realiza a menudo en la pista del velódromo de Cali, un lugar que considera prácticamente su segundo hogar, donde se ha dedicado "en cuerpo y alma" por muchos años.
El patinaje es un arte que exige que el cuerpo y la mente trabajen en sincronía perfecta. La mente, sin embargo, puede jugar una mala pasada, llevando a dudar o a dejar de valorar el recorrido profesional.
El trabajo mental es tan importante como el físico. Por eso, Brayan ha contado con el apoyo de un equipo multidisciplinario que lo acompaña y cuida su bienestar emocional, un factor clave en su desempeño deportivo.
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“Estuve a punto de abandonar el deporte porque tuve que pasar diferentes momentos con psicología, porque ya sentía que estaba como un torbellino y no podía escapar de ahí...El ver cómo lo trabajé por tanto tiempo donde simplemente quise seguir por un tema económico y no porque me gustaba”, reveló.
Parte de su inconformidad se debió a que, en patinaje, siempre se acostumbró a ser "el adelantado", compitiendo a los 13 años con personas de 18, “pero en mi deporte y no en lo que se supone que es la vida normal y lo que va a ser mi futuro que es el estudio”.
Gracias a la psicología deportiva, el campeón logró conseguir la plenitud que solo los mejores deportistas alcanzan. Este "estado ideal" es el truco para lograr un entrenamiento integral, permitiéndole a uno "abandonar eso y empezar a sentir totalmente tu cuerpo". El jurado notó este estado de plenitud, lo cual se reflejó en el resultado contundente que lo consagró como uno de los mejores patinadores del país.
Este joven busca que su ejemplo sirva para inspirar a nuevos talentos, especialmente masculinos, a vincularse al patinaje artístico en el Valle, una región reconocida por formar deportistas de alto rendimiento. Aunque el número de niños practicando esta disciplina ha ido en aumento, “falta, o sea, que haya más parejas, más niños trabajando artístico sería espectacular”, afirmó su hermana Jennifer Carreño, quien hace parte de la Liga Vallecaucana de Patinaje y también hace un llamado a los padres para que apoyen a sus hijos en este deporte.
Brayan Carreño no solo ha contribuido a que Colombia consolide su posición como una potencia mundial del patinaje artístico, sino que sigue bailando sobre patines con cuerpo y alma, fiel a su pasión. Su objetivo final es claro: “Me encanta ser una persona que demuestra que el talento vallecaucano y el deporte, aquí en mi tierra, son potencia”.