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La portera Katherine Tapia, de 32 años, pasa por uno de los mejores momentos de su carrera deportiva: recientemente recibió la noticia de que la Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS) la incluyó en la lista de nominadas para el premio a la mejor arquera del mundo en 2025.
Este importante reconocimiento llegó mientras la selección Colombia femenina disputa la Liga de Naciones de la Conmebol. La nominación llegó gracias al gran nivel que la colombiana ha demostrado, consolidándose como titular indiscutible de la selección de mayores. Entre sus logros recientes más destacados se encuentra su papel crucial en el subcampeonato de la Copa América Femenina contra Brasil en 2025, torneo donde además fue elegida la mejor arquera del continente.
La arquera, que actualmente juega para el poderoso Palmeiras de Brasil, con el que ya fue campeona y subcampeona de la Copa Libertadores, compite con otras nueve guardametas de talla mundial. La nominación destaca su estatus no solo como la mejor de Colombia, sino del continente. Los resultados de la votación, realizada por miembros de la IFFHS, se anunciarán en diciembre.
Sin embargo, detrás de la imagen de fortaleza con la que se destaca en el arco de la selección, vivió una silenciosa batalla contra la depresión que la llevó a intentar quitarse la vida, como lo reveló en Los Informantes.
Pese a los grandes momentos que ha vivido durante su carrera profesional, la época más oscura de su vida se presentó tras sufrir una lesión de rodilla que le arrebató la posibilidad de participar en el Mundial Femenino de Australia en el 2023.
Esta lesión desencadenó una depresión que la hizo tocar fondo. La futbolista, conocida por su fuerza física y mental, comía menos de lo que su cuerpo requería, dormía mucho, y cuando no lo hacía, lloraba. Todo esto la llevó a aislarse.
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Pese a la dura situación que estaba atravesando, decidió ocultarlo a sus seres queridos: "No permití que nadie ingresara a mi casa no permití que nadie ingresara a mi círculo. Mi familia me llamaba y yo me las hacía la fuerte que estaba bien, que no estaba pasando nada, pero yo estaba derrumbada por dentro", recordó.
La depresión le pasó factura. Su cuerpo dejó de tolerar la medicación, por lo que perdió una gran cantidad de peso. "Ya mi estómago no aguantaba más medicación. Yo perdí 12 kg. Estaban los huesos".
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Durante cinco meses estuvo sumida en la depresión. La arquera de la selección creía que la vida no tenía sentido. En un momento de desesperanza Katherine Tapia intentó atentar contra su vida en dos ocasiones tomando medicamentos.
La primera vez que lo intentó, la interrumpió una llamada de su mamá, lo que la hizo detenerse. El segundo intento fue frenado por la llamada de una amiga. "Yo ahí reaccioné, dije 'J#$% ¿qué estoy haciendo?'", señaló.
Afortunadamente, en ambos casos, estuvo a punto de tomar las pastillas, pero no lo alcanzó a hacer.
Superar este episodio requirió apoyo psicológico y psiquiátrico, sumado a la fuerza de voluntad que siempre la ha caracterizado, debido a una carrera marcada por el esfuerzo y la adversidad, incluso antes de dedicarse por completo al fútbol.
Nació hace 32 años en Las Flores, Córdoba, hija de una cocinera y un comerciante, creció sin el apoyo familiar para su pasión deportiva. Desde muy pequeña, jugaba descalza con los niños de su corregimiento, incluso peleándose con ellos porque no la dejaban participar.
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Tuvo que trabajar desde los 16 años, limpiando casas y cuidando niños para poder comprar sus primeros guayos. En ese tiempo, sus padres la presionaban para que se dedicara a estudiar una carrera profesional en lugar de perseguir su sueño deportivo.
Ante la dificultad de vivir del arco, y por sugerencia de un tío, entró a la Policía y se convirtió en agente especial del Escuadrón Móvil Antidisturbios, el antiguo Esmad. Allí estuvo expuesta constantemente a situaciones de riesgo que forjaron su resistencia. Ella presenció sucesos traumáticos, como cuando una compañera fue impactada por una papa bomba en la cabeza en Bogotá, o cuando un compañero perdió la pierna por un explosivo.
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Katherine confesó en Los Informantes que la experiencia en el Esmad le sirvió inmensamente en el fútbol, especialmente en el manejo de la presión: "La adrenalina que se siente porque en el Esmad es lo mismo es estar recibiendo piedras y cosas y en el fútbol está recibiendo golpes y está recibiendo balonazos", señaló sobre lo que aprendió.
Incluso en el Esmad, Tapia mantuvo su sueño. Jugaba en los equipos del escuadrón, tanto masculino como femenino, y en una ocasión, mientras acompañaba al Atlético Nacional, equipo del que es hincha, bromeaba con sus compañeros: "Yo les decía a los compañeros 'algún día ustedes me van a escoltar a mí cuando yo vaya en ese bus de Atlético Nacional'. Ellos se reían de mí hasta que después se cambiaron los papeles cuando ellos me escoltaban 'nos tienes trabajando’', recordó con emoción.
El "milagrito" sucedió cuando un miembro del cuerpo técnico del Atlético Nacional femenino la vio tapando y la llevó a entrenar, justo cuando se preparaba la primera Liga Profesional Femenina. Tapia tuvo que tomar una difícil decisión, ya que no podía rendir al 100% ni en la Policía ni en el club. Dejó la fuerza pública y se dedicó completamente al fútbol.
El mensaje que Katherine Tapia busca transmitir es claro: “Los sueños cuestan, no son fáciles y no se consiguen de una vez, pero no dejes de luchar, de creer, de trabajarlos", finalizó.