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El 24 de octubre de 2025, un equipo internacional de astrónomos logró captar por primera vez una señal de radio procedente del cometa 3I/Atlas, un objeto de origen interestelar que atraviesa el sistema solar. El hallazgo fue posible gracias al radiotelescopio MeerKAT, ubicado en Sudáfrica, y representa un avance en el estudio de cuerpos celestes que no pertenecen al entorno solar.
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La señal detectada corresponde a la presencia de moléculas de hidroxilo (OH), un subproducto químico que se forma cuando la luz solar incide sobre el agua congelada presente en los cometas. Esta detección no solo confirma la actividad del cometa, sino que también abre una nueva vía para estudiar la composición de objetos que provienen del espacio profundo.
El cometa 3I/Atlas fue descubierto en julio de 2025 por el sistema de alerta temprana ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System), un programa de vigilancia astronómica financiado por la NASA. Su designación “3I” indica que es el tercer objeto interestelar identificado por la comunidad científica, después de 1I/‘Oumuamua (2017) y 2I/Borisov (2019). A diferencia de los cometas tradicionales, que orbitan alrededor del Sol, los objetos interestelares siguen trayectorias hiperbólicas. Esto significa que no están ligados gravitacionalmente al sistema solar y que, tras su paso, continúan su viaje hacia el espacio interestelar.
El 3I/Atlas fue observado por el radiotelescopio MeerKAT, una instalación compuesta por 64 antenas parabólicas distribuidas en el desierto del Karoo, en Sudáfrica. Este instrumento forma parte del Observatorio Sudafricano de Radioastronomía (SARAO) y es conocido por su capacidad para detectar señales débiles en el espectro de radiofrecuencia.
Durante los meses de septiembre y octubre de 2025, los astrónomos intentaron captar señales del cometa en varias ocasiones. Los primeros intentos, realizados el 20 y el 28 de septiembre, no arrojaron resultados. Sin embargo, el 24 de octubre, cuando el cometa se encontraba en una posición angular cercana al Sol, el telescopio logró registrar dos líneas de absorción en frecuencias de 1,665 y 1,667 gigahercios.
La señal detectada no corresponde a una transmisión artificial ni a una comunicación dirigida. Se trata de una firma química natural, generada por la interacción entre la radiación solar y el agua presente en el cometa. Cuando el hielo se calienta, se sublima y libera vapor de agua. La radiación ultravioleta del Sol descompone ese vapor, generando moléculas de hidroxilo (OH), que a su vez absorben ciertas frecuencias de radio. Estas absorciones dejan una huella en el espectro electromagnético que puede ser detectada por radiotelescopios. En este caso, la señal fue lo suficientemente clara como para confirmar su origen en el cometa 3I/Atlas.
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El análisis de la señal permitió estimar la temperatura superficial del cometa, que se sitúa en torno a los 230 kelvin (aproximadamente –43 grados Celsius). Esta temperatura es coherente con el comportamiento de las líneas de absorción observadas, lo que refuerza la hipótesis de que la señal proviene directamente del cometa y no de una fuente externa. Además, se calculó que el cometa se desplaza a una velocidad de 98 kilómetros por segundo respecto a la Tierra. Esta velocidad, superior a la de la mayoría de los objetos del sistema solar, es otro indicio de su origen interestelar.
La comunidad científica ha mostrado un renovado interés en el cometa tras la detección de la señal. Se espera que el 16 de marzo de 2026, el cometa pase a unos 53 millones de kilómetros de Júpiter. En ese momento, la sonda Juno, que actualmente orbita el planeta gigante, intentará captar nuevas señales de radio en frecuencias más bajas, entre 50 y 40 megahercios.
Esta observación podría proporcionar datos adicionales sobre la composición del cometa y su interacción con el entorno del sistema solar. También se espera que otros observatorios, como el Green Bank Telescope en Estados Unidos y el Instituto de Radioastronomía de Bonn en Alemania, realicen seguimientos del objeto.
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Uno de los investigadores que ha seguido de cerca el fenómeno es Avi Loeb, profesor de astrofísica en la Universidad de Harvard. Loeb ha sido una figura destacada en el estudio de objetos interestelares, y en el pasado ha planteado hipótesis sobre posibles orígenes artificiales de algunos de ellos.
En el caso de 3I/Atlas, Loeb ha pedido cautela. Aunque reconoce que la señal detectada es consistente con procesos naturales, también ha señalado que la ciencia debe mantener una mente abierta ante fenómenos inusuales. Según sus declaraciones, “aunque la posibilidad sea baja, siempre debemos contemplar la opción de que un objeto sea de origen tecnológico”. No obstante, la mayoría de los científicos coinciden en que la señal observada tiene un origen químico natural, relacionado con la actividad cometaria típica de cuerpos helados.
El cometa 3I/Atlas es el tercer objeto interestelar confirmado. El primero, 1I/‘Oumuamua, fue detectado en 2017 y generó controversia por su forma alargada y su aceleración no gravitacional. El segundo, 2I/Borisov, fue observado en 2019 y mostró características más convencionales, similares a las de los cometas del sistema solar. A diferencia de sus predecesores, 3I/Atlas ha ofrecido una señal de radio clara, lo que lo convierte en un caso de estudio sin precedentes. Su trayectoria, velocidad y composición lo sitúan como un objeto de gran interés para la astronomía moderna.
ÁNGELA URREA PARRA
NOTICIAS CARACOL