El papa Francisco aterrizó este viernes a las 14.05 GMT en el aeropuerto de Entebbe (Uganda), segunda etapa de su viaje a África tras una visita de tres días a Kenia.
El pontífice fue recibido por una delegación gubernamental y religiosa, encabezada por el presidente de la nación, Yoweri Museveni.
"Lo primero que tenemos que hacer es averiguar por qué un joven lleno de ilusiones se deja reclutar y se aparta de la vida, por qué aprende a matar", reflexionó Bergoglio antes de salir de Kenia.
Se despidió con este mensaje de Kenia en un encuentro multitudinario con jóvenes celebrado en un estadio, donde contestó a preguntas sobre "cómo evitar la radicalización" o "qué hacer contra la corrupción", problemas que preocupan especialmente a la juventud africana.
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"Si un joven no puede estudiar ni trabajar, ¿qué puede hacer?: delinquir, caer en las dependencias (drogas), suicidarse o enrolarse, engañado o seducido, en una actividad que le demuestra un fin en la vida", señaló.
Las autoridades deben evitarlo proporcionando educación y trabajo, "porque sin esto no hay futuro", reiteró.
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El papa también quiso contestar a un joven que le pidió consejo para acabar con la corrupción: "A diario tenemos que pagar una cantidad añadida para conseguir cualquier cosa, incluso en el colegio o en la universidad", lamentó el portavoz juvenil.
"Es algo que gusta tanto como el azúcar y que hace que nuestros países terminen diabéticos", subrayó el pontífice, quien advirtió de que el soborno -práctica extendida a todos los niveles en países como Kenia- "no es un camino de vida, sino de muerte".
"Cada vez que aceptamos un soborno destruimos nuestro corazón, nuestra personalidad y nuestra patria", apuntó Francisco, quien pidió a los jóvenes que "no le tomen el gusto a ese azúcar".
El pontífice recibió este baño de masas poco después del acto más modesto de toda su agenda en Nairobi, la visita al barrio marginal de Kangemi, donde compartió unos momentos con ciudadanos excluidos que tienen "un lugar preferencial" en su vida, como él mismo admitió.
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El encuentro en el estadio deportivo fue una manifestación más de la festiva y colorista cultura africana: bailes, cánticos y rezos colectivos que sirvieron como último contacto al papa con la población keniana antes de partir hacia Uganda, segunda etapa del primer viaje que emprende a este continente.
En un emotivo gesto final, el papa pidió a todos los asistentes que se pusieran en pie y se agarraran de las manos para exclamar a una voz: "todos somos una nación".
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