El presidente estadounidense aseguró que no le temblará la mano para “frenar el flujo de migrantes centroamericanos que ponen en riesgo al país”.
Si México no impide que los migrantes crucen por su territorio y si el Congreso no toma medidas "la frontera será cerrada, eso es 100% seguro", dijo el mandatario a periodistas.
El mandatario dijo que quizás se podrían cerrar algunas secciones y no toda la frontera común de más de 3.000 kilómetros.
"Seguro, esto tendría un impacto negativo en la economía (...) pero la seguridad es más importante", indicó.
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Trump dijo que los opositores demócratas están bloqueando reformas por motivos políticos, pero que podían arreglar el problema en "45 minutos".
La amenaza de cerrar la frontera, que movió un flujo comercial de 612.000 millones de dólares en 2018, le valió a Trump advertencias de su propio campo.
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El líder de la mayoría republicana del Senado, Mitch McConnell, dijo a los periodistas que concuerda con Trump en que hay una crisis en la frontera, pero advirtió sobre las consecuencias económicas.
"Cerrar la frontera tendría un impacto potencialmente catastrófico para nuestro país y yo espero no haga nada del estilo", dijo el legislador.
La Cámara de Comercio estadounidense advirtió que cerrar la frontera sería una "debacle asegurada", ya que hay cinco millones de empleos que dependen del comercio con México.
El consejero económico de la Casa Blanca, Larry Kudlow, dijo de su lado que están trabajando en un plan para minimizar el impacto.
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"La cuestión es si podemos lidiar con esto y no tener un perjuicio económico", planteó en una entrevista a la cadena CNBC.
"Para mí la respuesta es que sí podemos y hay gente estudiando distintas opciones, particularmente si podemos dejar abiertos los carriles de carga", dijo.
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"Todas las opciones están sobre la mesa"
Varios funcionarios del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) indicaron que se están preparando para la posibilidad de un cierre en algunos puertos de entrada debido al despliegue de efectivos para frenar la inmigración irregular, en un momento en que las autoridades esperan que las detenciones de migrantes alcancen las 100.000 personas por mes.
La secretaria de Seguridad Nacional, Kirstjen Nielsen, recortó un viaje a Europa para asistir a una reunión prevista en la mañana del martes sobre la crisis en la frontera.
Más temprano, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, advirtió que estas no son amenazas.
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"Él está haciendo su trabajo como comandante en jefe de una forma seria para proteger al pueblo estadounidense", dijo Sanders sobre Trump.
Cerrar la frontera "no es nuestra primera opción", admitió la funcionaria, aunque agregó que "quizás es la mejor decisión".
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Un funcionario del Departamento de Seguridad Nacional que pidió no ser identificado dijo a periodistas que todavía no se había tomado una decisión sobre el tema. "Ahora mismo todas las opciones están sobre la mesa", aseguró.
"El volumen de población vulnerable que está llegando es insostenible (...) La situación humanitaria no puede ser ignorada y la situación de seguridad no puede ser ignorada", dijo.
Trump dijo que los funcionarios mexicanos habían reaccionado en los últimos días a sus amenazas de la semana pasada frenando las caravanas de migrantes, que huyen de la pobreza y de la violencia en los tres países del Triángulo Norte de América Central.
México "dio un gran paso en los últimos dos días", dijo, precisando que tendrían que seguir así para evitar un cierre de la frontera.
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El presidente estadounidense también defendió su decisión de recortar "cientos de millones de dólares" en ayuda de Estados Unidos para Honduras, El Salvador y Guatemala, acusándolos de organizar las caravanas.
El portavoz del Departamento de Estado, Robert Palladino, precisó que las partidas recortadas suman 450 millones de dólares.
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El lunes Nielsen ordenó una operación de emergencia en la zona reasignando a 750 efectivos a tramos de la frontera donde llegan los migrantes.
Muchos de estos funcionarios fueron sacados de puertos de entrada oficiales, lo que enlenteció el tráfico de personas y de vehículos comerciales.
En el punto de entrada a Estados Unidos de Brownsville, en Texas, los retrasos alcanzaban las tres horas por segundo día consecutivo y en otras zonas llegaban a dos.
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