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Aunque parece algo difícil de creer, un bostezo casi acaba con la vida de una mujer de 36 años. Se trata de un gesto cotidiano e involuntario para la mayoría de las personas, pero para la británica Hayley Black se convirtió en la experiencia más aterradora de su vida.
Una madrugada, mientras preparaba el biberón de su hija recién nacida, bostezó instintivamente y sintió cómo una descarga eléctrica atravesaba la mitad de su cuerpo. En segundos, quedó parcialmente paralizada y con la certeza de que algo muy grave había ocurrido.
“Mi brazo quedó atrapado en el aire, con chispas recorriéndome. Supe de inmediato que algo iba terriblemente mal”, recordó en diálogo con The Mirror. Aunque su esposo pensó al principio que exageraba, insistió en que llamara a una ambulancia. El dolor era tan intenso que cada bache en el camino al hospital le hacía sentir que la columna se partía en pedazos.
Cuando llegó al hospital, los médicos no encontraban explicación para lo que le estaba pasando. Fue solo después de exámenes adicionales que se descubrió que dos vértebras de su cuello (C6 y C7) se habían desplazado violentamente hacia la médula espinal por la fuerza del bostezo, provocando una lesión devastadora. Los cirujanos le dieron un 50 % de posibilidades de sobrevivir.
Hayley Black se tuvo que someter a una complicada cirugía en la que los discos dañados fueron retirados y su cuello quedó estabilizado con una placa de metal. Un procedimiento largo y traumático. Aunque la operación fue un éxito, la mujer pasó meses en una silla de ruedas y tuvo que aprender a caminar de nuevo.
Su vida familiar cambió para siempre, especialmente con un bebé en casa, su esposo se convirtió en cuidador principal y por un tiempo estuvieron sin hogar. Aunque logró recuperar movilidad, Hayley vive con dolor crónico, fibromialgia y la necesidad de medicación constante. Incluso un simple bostezo le provoca pánico. “No puedo hacerlo sin sentir que algo va a salir mal otra vez”, confesó.
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La mujer está agradecida con el equipo médico que logró salvarle la vida, pero lo que sí es cierto es que el daño a su médula espinal fue permanente y sigue tomando medicamento diario para evitar el dolor. "Si no lo hago, cada vez que doy un paso recibo descargas eléctricas por toda la columna vertebral y hasta la cabeza".
A raíz de esto, Hayley Black desarrolló fibromialgia, una condición que le causa dolor crónico y fatiga y que le impide hacer ejercicio y cuidar de sus hijos. Aunque ha intentado buscar trabajo, se tiene que tomar algunos días por la enfermedad, lo que con el tiempo la lleva a perder el empleo. Pero lo más difícil no es eso, sino vivir con el miedo de que vuelva a pasar.
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"No puedo bostezar sin entrar en pánico. Cada vez que siento que me viene uno, intento contenerlo. Todavía me afecta a diario".
Lo que sí ha encontrado con este cambio de vida es una voz para representar y apoyar a otros que como ella enfrentar dolor profundo y prolongado. También hace un llamado a las personas a que insistan a sus médicos cuando sienten que algo está mal. "No tienes que ser un héroe ni una inspiración. Superas cada día como puedes superar los mejores", dice ahora.
MARÍA PAULA GONZÁLEZ
PERIODISTA DIGITAL DE NOTICIAS CARACOL