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En Colombia, dos niñas enfrentaron decisiones médicas y personales que marcaron sus vidas para siempre. Séptimo Día conoció los testimonios de Sara Urrego, una adolescente que decidió amputarse ambas piernas para dejar de vivir con dolor, y el de Angeli Zúñiga, una niña cuya vida dependía de un milagroso trasplante de médula ósea que solo un hermano por nacer podía hacer posible. Ambas historias reflejan la valiente decisión, una fe inquebrantable en la vida, en la esperanza y en el poder de no rendirse, a pesar de las adversidades.
Sara Urrego Millán, una niña que a los 12 años tomó la decisión de que le amputaran las piernas debido a que una enfermedad genética que enfrenta desde su nacimiento le causaba dolores insoportables. Además, desde pequeña tuvo que asumir el peso de tomar decisiones inconcebibles para un niño.
“Yo no podía más, le decía a mi mamá ‘yo no puedo más mami, me duele mucho, no sé qué hacer’. Tomé la decisión (a los 12 años) de que me amputarán mis piernas. La pierna derecha era la más afectada, la que más me causaba dolor”, contó Sara en Séptimo Día.
A Sara le diagnosticaron encondromatosis, una enfermedad rara que causa tumores en los huesos. Aunque no son malignos por naturaleza, pueden volverse cancerígenos con el tiempo.
“Son unos tumores que se van desarrollando en huesos largos: piernas, brazos e incluso, en algunas ocasiones, en el cráneo. Esta enfermedad me la diagnosticaron a los 3 años”, explicó Sarita.
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En el caso de Sara, aproximadamente a los 8 años los tumores ya estaban en la cadera y eso significaba que podrían pasar de benignos a malignos, es decir, cáncer de huesos y que el dolor sería un pasajero permanente e indomable.
“Era un dolor punzante, muy muy doloroso, en básicamente todas las dos piernas. Me quemaba el hueso. Me movía, me dolía, duraba todo el día con dolor”, reveló la adolescente.
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La primera amputación, en la pierna derecha, se realizó el 22 de agosto de 2022 en el Instituto Nacional de Cancerología de Bogotá. Meses más tarde, en marzo de 2023, fue necesario amputar también la pierna izquierda, comprometida por un tumor en la rodilla que avanzaba con rapidez. Pese a todo, Sara nunca dejó de aferrarse a la esperanza ni de soñar con una vida libre de dolor.
“La mejor decisión, aunque suene muy drástico, muy difícil, fue la amputación de mis dos piernas. Después de las amputaciones, mi vida cambió de una forma muy buena, los dolores ya no volvieron existir, ya duermo super bien. Por el dolor que yo tenía en mis piernas no dormía, no comía, llegué a tener desnutrición severa”, aseguró.
Tras las operaciones, Sarita se enfrentó a un nuevo reto: aprender a caminar con prótesis. En este camino contó con el apoyo de un héroe inesperado: el Titán Caracol, Juan Ricardo Salcedo, un mecánico industrial que fabrica prótesis con material reciclado, en su taller en Tabio, Cundinamarca.
“Miren de verdad mucho los problemas que tienen y desen cuenta si realmente son problemas, porque algunas veces nos quejamos por cosas insignificantes”, dijo Sara, quien adoptó una actitud positiva, nunca se quejó y se convirtió en un ejemplo de fortaleza.
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Sara cumplió uno de sus mayores sueños: celebrar sus 15 años y bailar el vals con su padre. La fiesta que tanto anhelaba, rodeada de quienes siempre la han apoyado, se hizo realidad gracias a la generosidad de varios ángeles que le obsequiaron el vestido, la comida, la música e incluso un anillo.
“Mi mensaje es que valoren mucho su vida. A veces nos quejamos de cosas muy pequeñas y pensamos en muchas cosas que a veces no son tan importantes. Yo, a pesar de que tomé la decisión de que me amputan mis dos piernas, no me arrepiento para nada de la decisión que tomé y sigo aquí luchando, sigo luchando para poder caminar, lograr mi sueño que es caminar”, concluyó la joven.
Angeli Zúñiga Martínez nació con una grave deficiencia en la producción de glóbulos rojos, conocida como anemia de Diamond-Blackfan. Desde sus primeros meses de vida dependió de medicamentos y de transfusiones constantes para sobrevivir.
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El pronóstico médico no era alentador y solo un trasplante de médula ósea podía darle una oportunidad de vida. En 2020, Séptimo Día documentó su historia, marcada por la persistencia y por un milagroso regalo.
“Es una niña muy fuerte, demasiado fuerte”, aseguró Giselis Martínez, mamá Angeli. Para ese entonces, la menor de 9 años, ya se había sometido a varios tratamientos médicos, exámenes y hospitalizaciones por su grave estado de salud, sin embargo, ni los dolores le quitaban de su rostro una gran sonrisa.
La única solución para tratar su enfermedad era un trasplante de médula ósea, pero encontrar un donante compatible resultaba casi imposible.
La esperanza renació cuando su madre decidió tener otro hijo en 2016. Aunque Moisés, el hermano de Angeli, solo era un 50% compatible con ella, el hecho de ser un niño sin enfermedades de base ni complicaciones de salud, como las que podría tener un adulto, lo convirtió en el donante ideal.
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Debido a la pandemia del COVID-19, el procedimiento se detuvo un par de meses, hasta que en septiembre de 2020, fue realizada la cirugía en Cali, donde Angeli recibió las células madre de su hermano.
Tras varios meses de recuperación, Angeli solo deseaba volver a su natal Cartagena con su familia y agradecía a su hermano por haber sido el mejor regalo de su vida. “Lo quiero mucho y él es para mí como un regalo. Le prometo que vamos a luchar y vamos a ser fuertes los dos...Él es mi ángel”, dijo la pequeña Angeli.
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Sara y Angeli son la prueba de que la adversidad puede convertirse en motor de esperanza. Una decidió amputar sus piernas para dejar atrás el dolor y cumplir un sueño; la otra, encontró la posibilidad de vivir gracias a su hermano y el trasplante de su médula ósea. Ambas historias hacen un llamado a valorar lo esencial de la vida.