La mamá de un soldado recorrió más de 1.500 kilómetros para abrazar a su hijo, que presta servicio militar y que patrullará las selvas del Vaupés en Navidad. Noticias Caracol estuvo en su reencuentro, tras seis meses de no verse.
Tilsia García solo empacó dos mudas de ropa y con la maleta ligera salió desde Bogotá a la base aérea de Apiay, en Villavicencio. Allí la esperaba un avión con destino a Mitú, la capital del Vaupés, que la acercaría más al sueño de ver a su hijo, un soldado que presta su servicio militar en la cuenca del río Apaporis.
“Primero que todo que el viaje nos salga superbién, quiero verlo, abrazarlo. (¿Hace cuánto no lo ve?) Seis meses”, dice con llanto.
Emocionada, Tilsia abordó el avión para viajar 500 kilómetros hasta Mitú, a orillas del río Vaupés.
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En cuestión de minutos la ansiedad por ver a su hijo, ahora se traducía en nervios. Era la primera vez que viajaba en un helicóptero. La aeronave volaría 170 kilómetros hasta el raudal de Jirijirimo, en el río Apaporis.
Se asoma por la ventana y ve la espesa selva del Amazonas, la mamá sabe que en algún lugar de ese mar verde está su hijo, quien no imagina que ella va a visitarlo.
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El helicóptero Black Hawk del Ejército no solo lleva a Tilsia a reencontrarse con su hijo, que presta su servicio militar, también lleva gaseosa, comida, regalos y hasta una lechona para compartir con esos soldados que custodian los lugares más recónditos de Colombia.
El helicóptero aterrizó cerca del pueblo indígena Cabuyarí Pachakuari y mientras cruzaba en lancha el imponente río Apaporis, Tilsia le hace una petición al general Miller Nossa.
Quiero abrazarlo ya, quiero que se vaya conmigo para mi casa. Tenerlo desde ya conmigo hasta que le toque volver
La mamá del soldado sabía que solo le faltaba caminar 5 kilómetros entre la selva para el reencuentro con su hijo menor, y con su corazón de madre luchadora apuraba el paso mientras se abría camino por la maraña.
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El soldado Andrés Galíndez estaba de guardia custodiando el raudal de Jirijirimo y se sorprende al ver por primera vez al general, quien le pide cerrar los ojos y luego llega el momento anhelado.
El joven entre sorprendido y emocionado la abraza. “Es un regalo impresionante, no lo pensé nunca. Siempre he dicho que quiero ser el orgullo de mi mamá y que ella me pueda hacer esto frente a mí hoy aquí es el mejor regalo que me puedan dar. Muchas gracias”, indicó el soldado Andrés Galíndez.
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Ese pelotón de treinta soldados y tres suboficiales lleva seis meses brindando seguridad a las comunidades indígenas del Apaporis y protegiendo esa maravilla natural.
“Queríamos darle este regalo de Navidad a usted, que pueda disfrutar de esta hermosura junto con su señora madre. Orgullosa de ella de lo que usted hace aquí, pero más orgulloso nosotros de lo que usted hace por esta comunidad”, le dijo el general Nossa.
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Pero ese no fue el único regalo para el soldado Galíndez y sus 32 compañeros. El general Nossa le permitió a todo el pelotón pasar Navidad y Año Nuevo junto a sus seres queridos.