“En medio del terrorismo, las guerras, las contiendas raciales o religiosas, la discriminación, la crisis de los refugiados y el rechazo creciente a los migrantes… Frente al discurso de odio y exclusión que conquista los corazones atemorizados… ¿qué le podemos decir a la humanidad?”, señaló al intervenir en la 16.ª Cumbre Mundial de Premios Nobel de Paz.
“En estos tiempos desafiantes, nos llegó la hora de reversar esa corriente”, enfatizó.
Sostuvo que es necesario abandonar las formalidades del lenguaje para hablar del amor y el odio, “fuerzas que realmente dominan las acciones de los hombres y de las mujeres, es decir, de las familias y las comunidades, de las naciones y del mundo”.
Explicó que el amor significa unidad y que en tal sentido “los seres humanos somos uno, una sola familia, una sola raza de todos los colores (…) y que lo que pasa a uno les pasa a todos”.
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Indicó que el amor también es compasión, que “nos permite ponernos en los zapatos del otro y buscar un punto de vista común para hacer posible la convivencia”.
Así mismo, dijo que cuando se habla de amar se hace referencia a la tolerancia, al conocimiento pleno de que “la diferencia y la diversidad son las riquezas más valiosas de nuestras culturas”.
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En ese orden de ideas, el Premio Nobel del año pasado explicó que contrario al amor no es el odio, sino el miedo, pero lo que ocurre es que “el miedo alimenta al odio”.
“Dentro de cada victimario hay una víctima que grita; hay un ser humano que teme y que heredó sus miedos y prejuicios de sus mayores o de sus líderes”, señaló.
Sostuvo que existe miedo se da paso al desconocimiento y los demás son amenazas.
“Cuando hay miedo, rechazamos al diferente, nos negamos al cambio y la evolución, obramos sin compasión ni respeto”, añadió.
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Aseveró que “donde hay miedo nace la violencia, crece la ambición, surge la discriminación, se aplastan los derechos del Otro”.
Superar el miedo, la exclusión
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En ese contexto, el Nobel afirmó que la tarea consiste en “trabajar con la verdad y desde la verdad, trabajar con la justicia y desde la justicia, trabajar con el corazón y desde el corazón, para derrotar al miedo y hacer posible la certeza de la esperanza”.
Se refirió a la importancia de trabajar desde la educación para formar a las nuevas generaciones en el “respeto al otro y a sus diferencias, de apreciación y defensa de la diversidad”.
Hizo énfasis en que se está ante “un cambio radical de paradigma: pasar del miedo, la exclusión y la separación… al amor, la compasión y la unidad”.
Puso de presente que durante siglos “nuestras familias, pueblos enteros, religiones han bebido del río de las culpas y la venganza, han insistido en separarnos, en atizar odios aprendidos”.
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Durante su intervención, Santos agradeció a los que representan los esfuerzos de paz y libertad en Centroamérica, Sudáfrica, Irlanda del Norte, Medio Oriente, Timor Oriental, Túnez, Liberia, Irán y Yemen.
Igualmente, agradeció a quienes “trabajan por los refugiados, por los hambrientos, por los niños, por extirpar las minas antipersonal del planeta, por la educación, por el ambiente”.
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“¡Gracias por inspirarnos! La paz de Colombia les debe mucho, pues estudiamos su experiencia, y aprendimos mucho de su ejemplo y de su valor”, puntualizó.