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Mi nostalgia por Don Chinche, el seriado que unió a las familias colombianas

En 1982, el imperdible plan de cada domingo era a las 7:00 p. m. para una cita muy familiar. Quise recordar cómo se vivió en familia este seriado y dialogué con uno de los hijos de sus protagonistas.

Mi nostalgia por Don Chinche, el seriado que unió a las familias colombianas
Mi nostalgia por Don Chinche, el seriado que unió a las familias colombianas
Archivo Nicolás Casanova

Como un relojito en mi casa nos reencontrábamos cada domingo después de estar con amigos o hacer deporte. Y no era en cualquier lugar, se trataba del mejor espacio que ustedes se puedan imaginar, ¡un verdadero palco! Ese lugar VIP era la cama de mis padres, que a mi corta edad la veía en mi mundo de niña: gigantesca, deliciosa, calientica y mágica.

¡Es que allí había un espacio para todos! Para George, mi hermano mayor; mis papás y gran parte de mis 22 perros (Lucas, Candy, Wenny, Tary, Kissi, Filo, etc.) Sí, allí estaba la jauría en pleno, y recuerdo mi apunte del momento "el pedigrí Schmitt" y aunque parezca un chiste no lo es; es muy cierto, éramos nosotros y nuestras mascotas.

Todos juntos, felices en nuestro paraíso viendo televisión.

Con su pinta extravagante de saco a cuadros, corbatas pintorescas y sombrero, Don Chinche , el tremendo personaje en el que se metía Héctor Ulloa, decía lo divino y lo humano, apoyado en Pastora, la lora de su taller que era como su conciencia y a la vez su confidente.

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La mayor parte de las historias transcurrían en su taller, en el barrio Fenicia, porque Don Chinche además de ser mecánico, era también albañil y “todero”; se le medía a lo que fuera para rebuscarse la vida. En mi época diría “no pues, el MacGyver”, otro 'todero' pero estadounidense que resolvía cualquier problema usando elementos básicos que tenía a la mano.

Don Chinche era lo máximo y, para qué, suavizaba ese síndrome de domingo en la noche, ese que da a la víspera del lunes de regreso a la realidad, del trabajo, las responsabilidades. En mi caso el colegio y más traumático aún si no se habían hecho las tareas.

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Ver Don Chinche no se trataba solo del plan en la casa de la familia Schmitt Fernández sino el de los hogares de millones de colombianos que ansiosos esperaban esa comedia que iniciaba con el cabezote musicalizado con la canción 'Los filipichines'. Nada más cachaco que ese pasillo que anunciaba el inicio de la esperada y exitosa serie de Pepe Sánchez que logró que la misa dominical de las 7:00 p. m., en la mayoría de las regiones del país, pasara a realizarse a las 6:00 p. m. porque ningún feligrés asistía para no perderse a los inolvidables personajes: la señorita Elvia (Paula Peña), Eutimio (Hernando Casanova), su madre Doña Bertilda (Chela del Río), Don Joaco (Silvio Ángel), el doctor Pardo de Brigard y Pombo (Víctor Hugo Morant), entre otros.

Es que “Don Chinche” nos acompañó por siete años, un programa que es una leyenda entre un sector etario. Por eso quiero contextualizar a las nuevas generaciones que no conocen esta historia.

Este popular seriado hablaba sobre los migrantes que llegaban a Bogotá, provenientes del campo buscando nuevas oportunidades. A nivel televisivo escenificaba a la clase popular y por primera vez en Colombia se grababa en exteriores, un retrato urbano de la realidad del país. Esta fue una de las producciones que inmortalizó a Pepe Sánchez, quien dedicó 62 de sus 82 años a la televisión.

Don Chinche es un referente en la historia de la televisión colombiana, pero ¿quieren saber por qué les estoy hablando de este gran personaje con el que me transporté en el tiempo hasta mi niñez? Resulta que navegando por el inagotable ciberespacio me encontré un trino, en el que decía que se conmemoraban los 19 años de la muerte de Hernando Casanova, actor y músico huilense que interpretó a Eutimio Pastrana Polanía, un mecánico, socio de Don Chinche, buen hijo y eterno enamorado de Rosalbita, interpretada por la actriz Gloria Gómez.

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Con sus dichos opitas y con su honestidad, Eutimio llegó a lo más profundo del corazón del país. Entre niños y adultos se hicieron célebres frases como “culimbo, mijito”, “buen primor” y “usted está todo vanidoso”.

Hernando Casanova y Nicolás Casanova
Archivo Nicolás Casanova

Pues ese mensaje en redes fue publicado por su hijo Nicolás Casanova, el último de los cuatro hijos de Hernando, quien inspirado en su padre, que murió de un infarto a los 56 años, estudió cine y televisión para acercarse más, para conocerlo y entenderlo. Nicolás tenía 7 años cuando perdió a su papá.

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Pues bien, en estos tiempos que estamos a un clic de distancia, le escribí a Nicolás y de inmediato y muy feliz me contestó para hablar de su papá, su más grande héroe. Por eso produjo en su honor un documental en 2017 sobre su vida y obra.

"A través de la historia de mi papá se empezó a contar la historia de la televisión colombiana. Entonces este documental se está convirtiendo en una cápsula que permite que la gente y, aún más interesante, personas de mi generación, empiecen a descubrir no solo a mi papá sino a todas las producciones y cómo se hacía cine antes", me cuenta Nicolás.

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Desde pequeño no ha parado de buscar el material audiovisual de su padre. Una manera de sanar las heridas y los vacíos que le dejó su ausencia.

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Para conmemorar los 20 años de la muerte de Hernando Casanova, Nicolás continuará contando su historia y la de la televisión colombiana con el material que su padre siempre se preocupó por conservar. Curiosamente 'El culebro', como le decían de cariño, siempre hablaba de su muerte. Él decía que “tenía claro que de este mundo se iba pronto”.

“La premisa que uno siempre tiene de Colombia es que es un país sin memoria, pero me gusta pensar y me confirma cada año que no es del todo cierto, al menos en el caso de mi papá. Creo que la gente está más gustosa de conocer, de revivir Don Chinche o el El Show de Jimmy; estas producciones en las que mi padre trabajó”.

Hernando Casanova familia
Archivo Nicolás Casanova

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Y Nicolás llegó a una conclusión. Recordar de dónde venimos es importante, somos nuestras historias, lo que vemos, lo que aprendemos.

Quién sabe en más de 30 años cuál sea la serie o película que marque la época, así como lo hizo “Don Chinche”. ¿Cuál será? ¿La reina del Flow, con su reguetón y su blin, blin? ¿Vecinos, la historia del taxista enamorado del personaje de Flora Martínez? ¿O Pecados Capitales? ¿Cuál opinan ustedes?

Qué lindo recordar, qué hermoso enaltecer a quienes con talento han construido país y de ahí pegarnos un paseíto, en mi caso, a mi niñez en Villavicencio, Meta. Transportarnos en el tiempo y el espacio en este caminar constante.

Don Chinche hace parte de nuestra memoria audiovisual colombiana que, sin duda, marca y deja huella para reencontrarnos. Recordar nuestras vivencias, saber quiénes somos. Es historia que tiene una relevancia en nuestro presente. Sí, el pasado nos da identidad, aunque no define lo que somos hoy en día.

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P. D. Una reflexión adicional. En esa época, la de Don Chinche, era costumbre mirar la televisión en familia. Un momento de unión que permitía las risas, comentarios y hasta peleas entre hermanos. Al final, el disgusto y el juego terminaba como si jamás hubiese ocurrido (aunque con uno que otro morado).
Hoy es extraño ver ese retrato que muchos tuvimos la fortuna de vivir, sentir, vibrar y da nostalgia. Ahora, pueden estar juntos, pero cada uno con un dispositivo. Es triste que, en muchos casos, entre más cerca más distantes. Como si cada uno habitara en otra dimensión. Sin darnos cuenta, esas conexiones como el chat de WhatsApp, nos está llevando es a una desconexión familiar.

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