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Desde la perspectiva de la sexología consciente, determinar si una mujer ha alcanzado el clímax auténtico va más allá de las manifestaciones superficiales, centrándose en el lenguaje inconfundible del cuerpo, el cual, según la doctora Lucía, médica experta en sexualidad, "nunca miente". La mujer que se atreve a sentir el placer sin la necesidad de fingir vive en su verdad más libre, lo que se convierte en un acto poderoso y sanador. La comprensión de las señales genuinas requiere un cambio de paradigma, dejando atrás el enfoque coitocéntrico y falocéntrico del sexo convencional, y adoptando la visión de la sexualidad como energía vital, tal como lo promueve la psicóloga y sexóloga Emma Rivas, creadora del método Mindful Sex.
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La doctora Lucía ha destacado la existencia de cinco señales corporales que son imposibles de fingir y que, por lo tanto, revelan el verdadero clímax femenino. Este enfoque recalca la importancia de escuchar el cuerpo para informarse sobre la salud y el bienestar. Para comprender la naturaleza de estas señales auténticas, es esencial diferenciar los tipos de orgasmos y la profundidad de la conexión que se genera durante la sexualidad consciente.
Emma Rivas explica que el sexo convencional suele ir directo a los "fuegos artificiales", centrado en lo genital y buscando el orgasmo de manera impulsiva, lo cual a menudo resulta en un orgasmo explosivo, corto y rápido, que deja a la persona en un estado eléctrico. En contraste, la sexualidad consciente busca alargar el placer, despertar los sentidos y descubrir orgasmos que son menos conocidos, como el orgasmo de Cérvix, que es el gran invisibilizado.
A partir de esta distinción y la filosofía de la doctora Lucía sobre la infalibilidad del cuerpo, podemos explorar cinco indicadores profundos que revelan un clímax genuino y no fingido, entendiendo que la sanación de traumas y la conexión con el cuerpo son fundamentales para alcanzar estos estados.
Una de las manifestaciones más concretas de un clímax auténtico es la presencia de fuertes pulsaciones involuntarias en la zona genital y pélvica. Una usuaria le señaló a la experta haber sentido pulsaciones "bien fuertes" que fueron alrededor de diez, aunque también reconoció que algunas mujeres podrían experimentar pulsaciones más imperceptibles.
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Emma Rivas nos ofrece el contexto fisiológico y energético para entender esta intensidad. Mientras que el orgasmo de clítoris es explosivo y rápido, el orgasmo de cérvix es descrito como un "oleaje" o una sensación de apertura. Este tipo de orgasmo es implosivo, va hacia adentro y se multiplica, a diferencia del orgasmo convencional, cuya energía va hacia afuera.
Cuando una mujer se permite sentir placer sin culpa o miedo, y su cuerpo está sintonizado con el momento presente, la energía sexual, que es la energía vital que reside en la base de la columna, se despierta y circula. La activación de esta energía y su canalización hacia adentro, característica de los orgasmos implosivos, produce una experiencia somática profunda y auténtica que se manifiesta como intensas pulsaciones internas y revitalización de los órganos. Las pulsaciones fuertes son una prueba de que el cuerpo está respondiendo con su sabiduría innata, sin la interferencia de la mente rumiativa o la preocupación por el desempeño.
El orgasmo auténtico es un momento de máxima vulnerabilidad y conexión, lo que impide el disimulo o el fingimiento. Como bien apunta la usuaria Alicia B. Cohen M, no disimular el placer y decir la verdad en todo es lo más poderoso. La Dra. Lucía enfatiza que la mujer que no finge ni placer ni palabras vive en su verdad más libre.
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Emma Rivas explica que la mente a menudo nos saca de la experiencia placentera, llevándonos al sufrimiento, el malestar o la preocupación (por ejemplo, "¿le gustará mi cuerpo?" o "¿estaré a la altura?"). El sexo convencional, al centrarse en la finalidad (el orgasmo), obliga a muchas mujeres a fingir o a tener sexo desconectado o incluso como una "tarea más" para evitar problemas de pareja, lo cual genera una memoria de dolor y trauma en el cuerpo. La falta de deseo, según Rivas, es a menudo una respuesta a penetraciones que la vagina no deseaba, generando una aversión al sexo.
Cuando el orgasmo es genuino, el sistema nervioso se regula, y la persona se entrega completamente al momento presente, sin juzgar. Esta entrega, facilitada por prácticas como el abrazo consciente o la coordinación de respiraciones, reduce el cortisol (hormona del estrés) y libera oxitocina (hormona del vínculo). En este estado de seguridad y conexión profunda, la liberación de la energía orgásmica arrastra consigo cualquier tensión emocional o miedo, manifestándose en expresiones faciales, sonidos y movimientos que son completamente auténticos y no ensayados.
Una de las señales más claras, aunque menos visibles externamente, es la dirección y el efecto del orgasmo en el cuerpo. Emma Rivas describe el orgasmo de cérvix como implosivo, lo que significa que "va hacia dentro, no va hacia afuera". Este tipo de orgasmo, que se multiplica y se expande, genera un efecto revitalizante en todo el cuerpo y los órganos. De hecho, los orgasmos implosivos son considerados anti-aging y "alargan la vida".
El orgasmo explosivo, típico del enfoque en el clítoris o los genitales, genera un rápido desgaste energético, pues es una explosión corta. Por otro lado, la intensidad del orgasmo implosivo no se mide por la violencia de la descarga, sino por su profundidad y duración, sintiéndose como un oleaje continuo que invita a "querer más y más".
Un indicador fidedigno de que el orgasmo ha sido profundo y auténtico es el estado posterior: en lugar de sentirse agotada o "eléctrica", la mujer se siente revitalizada, con el sistema hormonal equilibrado y el ánimo mejorado, tal como subraya la Dra. Lucía al hablar del placer sin culpa ni miedo. Esta sensación de energía renovada es un reflejo de que la energía sexual vital se ha canalizado y despertado correctamente.
El sexo consciente, o mindful sex, se enfoca en que las personas recuperen la conexión con sus cuerpos, ya que muchas viven desconectadas o "dormidas" a sus sensaciones. La sexualidad consciente es la oportunidad de volver a bajar al cuerpo y a los sentidos.
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Un orgasmo genuino, especialmente aquellos que provienen de una práctica de presencia, aumenta la hipersensibilidad y el placer de la mujer. Una de las señales fidedignas es que, tras el clímax, la mujer no se retira, sino que su cuerpo mantiene un estado de apertura y conexión sensorial. El estado de éxtasis alcanzado en la sexualidad consciente ayuda a despertar los sentidos de una forma que el sexo convencional no logra.
Si una mujer ha llegado a un orgasmo auténtico y profundo, la conexión con su propio placer se amplifica, permitiéndole identificar y elegir aquello que le hace vibrar en su vida cotidiana. Esto se debe a que el cuerpo se ha convertido en un espacio seguro y una fuente inagotable de placer. Un indicador clave, por lo tanto, es el deseo de prolongar el contacto, el abrazo y la presencia, en lugar de pasar rápidamente a otras actividades o a un cierre abrupto de la intimidad. Las caricias conscientes y la presencia en la mirada, prácticas fundamentales del mindful sex, se convierten en el lenguaje natural después de un clímax profundo, demostrando que la conexión y el cuerpo son los protagonistas, no la genitalidad.
Aunque la Dra. Lucía se refiere a las señales físicas que no se pueden fingir, la sexóloga Emma Rivas enfatiza que la respiración es un indicador fundamental del estado del sistema nervioso, que es inseparable del placer auténtico. Cuando el cuerpo está en estado de alerta o "en el sufrimiento" (como ocurre frecuentemente con el sexo desconectado), el sistema nervioso se desregula, lo que puede provocar síntomas o incluso activar heridas o enfermedades latentes, como el herpes vaginal o la cistitis.
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Antes de un clímax auténtico, y como señal del proceso mismo, la respiración debe coordinarse y calmarse. Emma Rivas describe prácticas como la respiración circular, donde las parejas coordinan su inhalación y exhalación para crear un circuito energético. Esta práctica reduce el estado de alerta (cortisol) y permite que la excitación se respire, se amplifique lentamente y se dirija hacia adentro.
Por lo tanto, una señal fidedigna de que el clímax ha sido genuino es la profunda regulación del sistema nervioso que ocurre justo antes y después. La mujer entra en un estado de calma que se refleja en una respiración abdominal más pausada y coordinada. Las parejas que integran la coordinación de respiraciones, incluso en un abrazo antes de dormir, informan que el mensaje que se envía al cuerpo es que la pareja es un espacio seguro, lo cual es crucial para la entrega total y la vivencia del orgasmo sin presión. El clímax auténtico desarma la amígdala inflamada y el estado de alerta, dejando en su lugar una sensación de profunda paz y seguridad, que la Dra. Lucía asocia con el bienestar integral.
Este texto fue realizado con colaboración de un asistente de IA y editado por un periodista que utilizó las fuentes idóneas y verificó en su totalidad los datos. Cuenta con información y reportería propia de Noticias Caracol.
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