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El viacrucis de un investigador de la guerra

Durante 4 años, Eduardo Andrés Celis, investigador de la Comisión de la Verdad, escuchó decenas de testimonios de víctimas y excombatientes. Hoy, por cuenta de su trabajo, recibe amenazas de muerte y vive en permanente zozobra.

Eduardo Andrés Celis, investigador de la guerra amenazado.

El politólogo y periodista Eduardo Andrés Celis está convencido de que Colombia solo podrá pasar la página del conflicto cuando conozca todas las verdades que fueron quedando bajo el tapete en medio de una guerra de más de medio siglo. Por eso se metió de cabeza durante los últimos cuatro años a documentar esa barbarie como investigador de la Comisión de la Verdad.

Develar verdades en este país ha implicado seguir abriendo heridas. Uno, que la clase política dirigente desde hace años, no la actual, no ha querido aceptar; y dos, porque todos los procesos de justicia transicional en el país no han abordado a todos los actores del conflicto armado”, dice.

Sin embargo, su devoción por escarbar en las verdades más incómodas de ese país que jamás fue contado del todo lo ha puesto en la mira de los violentos. En febrero pasado un sujeto ingresó a su casa, revolcó su sala y se llevó sus teléfonos celulares, un computador, una carpeta con documentos de la Comisión y las grabadoras donde reposaban seis horas de entrevista con Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, máximo jefe del Clan del Golfo.

“Hubo una reunión con la Fiscalía en abril. Allí mostraron parcialmente los resultados de la investigación. Nos mostraron las cámaras de seguridad que hay en el barrio, la persona que ingresó al domicilio, la manera en la que entra y sale. Esa persona duró más de una hora dentro de mi residencia. Eso generó para mí mucha incertidumbre porque yo me encontraba adentro y en ningún momento escuché nada. Fue hasta el día siguiente que vi el estado de las cosas”, añade.

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En su momento el episodio causó revuelo nacional, la Comisión exigió una investigación exhaustiva y la Fiscalía empezó sus indagaciones. Cinco meses después no ha pasado nada, salvo quizá que la principal hipótesis del ente investigador es que se habría tratado de un ladrón cualquiera.

Aunque dicho episodio ya es lo suficientemente grave como para arrebatarle la tranquilidad a cualquiera, ha habido nuevas intimidaciones. Desde el 14 de junio pasado Celis ha recibido nueve llamadas amenazantes a su teléfono celular.

Ya hay una alerta, una grande, que fue la violación de mi espacio privado, mi casa, donde toman los elementos; eso fue en febrero. Estamos hablando que han pasado ya casi cinco meses y pues continúa el hostigamiento
recalca

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En carta enviada a la Fiscalía, el presidente de la Comisión, Francisco de Roux, señaló que es urgente proteger la vida e integridad del investigador Celis, de apenas 30 años.

“Es importante señalar que ninguna de las llamadas ha durado más de un minuto. En ellas se hacen señalamientos en contra de la integridad del investigador Eduardo Andrés Celis Rodríguez, su lugar de residencia y el tipo de trabajo que realiza, seguido de todo tipo de agravios y ofensas en su contra”, dice la carta.

En entrevista con Noticias Caracol, Celis cuenta lo complejo que ha sido este capítulo de su vida: “Yo por lo general suelo ser una persona tranquila. Sin embargo, ya el amedrantamiento telefónico genera cierto impacto, más que en el plano personal en el plano familiar. Hay mucha zozobra y mucha inquietud de lo que pueda ocurrir con uno”.

Celis teme que estas intimidaciones puedan replicarse en otros investigadores de la Comisión que se expusieron en los territorios para hacer su trabajo.

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“Yo hablo hoy desde Bogotá, desde la capital de Colombia, pero qué va a pasar con los investigadores que estuvieron en el Sarare (Arauca), qué va a pasar con los investigadores que estuvieron en el Pacífico nariñense, qué va a pasar con los investigadores que hicieron presencia en los Montes de María o en otras regiones azotadas por el conflicto”, se pregunta.

Eduardo Andrés Celis sabe que en este país muchas víctimas han sido silenciadas porque se rehusaron a callarse. Y también sabe que aquí la impunidad suele ser la regla. Así lo constató como investigador de la Comisión. Hoy solo espera que su brega por la verdad no le cueste la vida.

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