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Tulapas: relato de un cruel despojo ejecutado por paras y ganaderos

Las declaraciones ante la JEP del exgobernador Benito Osorio que vinculan a empresarios, ganaderos y militares con el paramilitarismo tienen una contracara: la de las víctimas.

Relato de un cruel despojo ejecutado por paras y ganaderos en Tulapas

A mediados de los 90, en la región urabeña de Tulapas, se ejecutó un despiadado plan para arrebatarles las tierras a cientos de campesinos.

Así lo contó a Noticias Caracol Ayineth Pérez, una campesina víctima de desplazamiento en esa región: “A unos vecinos les mocharon la cabeza a otros los asesinaban y los dejaban tirados en el camino ¿Y quién era? Lo que se decía eran los mochacabezas. ¿Quiénes eran los mochacabezas y con quienes iban? Obviamente iban con el Ejército. Los paramilitares y el Ejército”.

De este violento periodo habló el exgobernador de Córdoba Benito Osorio ante la JEP, en sus declaraciones reveladas el lunes pasado por Noticias Caracol. Su confesión causó muchas reacciones en la opinión pública por cuenta del alto perfil de los militares, políticos y ganaderos, entre ellos el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie, a quienes vinculó con los paramilitares.

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Pero también impactó la crudeza de su relato sobre el desplazamiento al que el Fondo Ganadero de Córdoba y las autodefensas sometieron a los campesinos de Tulapas. Osorio contó, por ejemplo, cómo se aseguraban de que las familias despojadas no volvieran a sus tierras.

Ese bien era inmediatamente incinerado, quemado, para que no quedara vestigio de nada y nadie pueda ocuparla. Una acción que la hizo el fondo ganadero y la hice yo en muchas ocasiones porque yo tenía como que un ánimo de pirómano, me gustaba ver la candela sobre esas chozas donde vivían los campesinos

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Noticias Caracol reconstruyó el horror padecido en Tulapas con dos víctimas que lo sintieron en su propia carne. Ayineth Pérez, quien desde los 7 años vivió en la región con sus padres y 9 hermanos, y Manuel Mercado, quien nació en Tulapas.

En los 80 empezaron a llegar los primeros grupos criminales a Tulapas. El EPL se interesó en controlar esa región estratégica que conecta el Urabá antioqueño y el cordobés. Pero fue en los 90, con la llegada de las autodefensas, que comenzó el desangre.

Después del 90, primero entraron por Pueblo Bello, que fue que hicieron esa masacre de las 41 personas que se llevaron de Pueblo Bello. Eran los Tangueros y eso causó mucho terror, mucho temor. La gente era temblando todo el mundo porque esa gente estaba en la zona”, contó Mercado.

Las torturas y masacres cometidas por los paramilitares de la casa Castaño obligaron al éxodo a cientos de familias. “Ya tenía todo el mundo que irse porque ellos venían mochándole la cabeza a la gente, le mochaban la cabeza, lo degollaban, lo torturaban, le hacían cuanta cosa en esa forma como le digo, que venían junto con el Ejército”, contó el campesino.

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La complicidad de los paramilitares y el ejército era evidente en Tulapas. Así lo reconoció el exgobernador Osorio: “La convivencia de la Policía y el Ejército con las autodefensas era total. La hacienda Tulapas era escenario donde llegaban algunos militares a encontrarse con otros miembros de autodefensas que yo no conocía a recibir recursos económicos”.

Ayineth y su familia se desplazaron en junio de 1995, luego de que los paramilitares se metieron a su finca. “Llegó un grupo armado a la casa, tipo 7 de la mañana, amarraron a mi papá y a mi hermano, los tiraron al piso a torturarlos. Los tuvieron todo el día en el piso, tirados, amarrados. Le dijeron: ‘voy allí y regreso, y no los quiero volver a ver. Si regreso y los encuentro aquí, acabo con todo’”.

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Por su parte, los miembros de la familia Mercado, atemorizados, abandonaron su tierra uno a uno. “Un hermano mío fue el último que salió de allá. En todas las fincas se quedaba una persona. Él fue el que lo sacaron ya tallado con el Ejército, y los animalitos por delante, dejando todo todo lo demás, cosechas, dejaron el arroz en la casa”.

Después de los desplazamientos aparecieron los compradores. Las autodefensas obligaron a los campesinos a vender. Muchos de esos predios -130 según Benito Osorio- fueron a parar a manos del fondo ganadero de córdoba, que se había aliado con Sor Teresa Gómez, cuñada de los hermanos Castaño, para que les ayudara a adquirir la tierra a precios mínimos.

A Ana María Galán, madre de Ayineth, un paramilitar la obligó a vender. “Puso también el arma en la mesa y le dijo que había ido a hacer negocios con ella, que le iba a comprar la tierra. Ella era una mujer muy fuerte. Le dijo: ‘es que yo no estoy vendiendo’. Entonces él le dijo: ‘es que yo no le vine a preguntar si está vendiendo o no, vine fue a hacer negocios con usted’. Hasta ahí llegó. ¿Quién iba a decirle que no?”.

Como lo confesó Benito Osorio, luego de concretar el despojo, el fondo ganadero y los paramilitares quemaban las casas de los campesinos. “El campesino salía e inmediatamente ellos le metían candela a las casas, evitando que el campesino volviera a las tierras, porque ellos tenían el pleno conocimiento de que no estaban pagando lo justo”.

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Cuando Manuel Mercado volvió a su finca no encontró nada. “Yo cuando fui por ahí solamente vi los troncos quemados de los estantillos, como eran de madera la mitad se quemaban”.

Durante años, los campesinos de Tulapas han luchado por recuperar su tierra, y han pagado un precio muy alto por intentarlo. Manuel mercado cuenta que “me dijeron personalmente que si yo seguía impulsando lo del proceso de tierras, que por allá no volviera más ni reclamara más porque más tardaba yo en ir por allá que para desaparecerme. Y sí, me hicieron más de un atentado, me hicieron más de un intento de homicidio”.

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Ayineth Pérez asegura: “A mí en muchas ocasiones me mandaron a decir que no podía volver a las Tulapas y llegaron amenazas acá a Apartadó, a la asociación. De hecho, lo último pasó acá en mi casa”.

Algunos campesinos lograron que les devolvieran sus predios que habían estado en manos de los testaferros de los paramilitares. Pero entre esos, como Manuel, muchos no han podido regresar. “Uno por allá no puede entrar porque es que allá sigue la misma fuerza de ese tiempo se siente que todavía hay mucha influencia y es la que nosotros por lo menos le tememos de entrar por allá”.

Otros, como Ayineth, siguen esperando a que les devuelvan su propiedad. “Por qué no le devuelven la tierra a estos campesinos que necesitan de sus tierras, necesitan seguir trabajando. ¿Qué está esperando o qué va a esperar el gobierno? ¿Que se mueran o nos muramos todos, así como murieron nuestros padres? ¿Están esperando que los hijos también se mueran para que le quede la tierra a quién? ¿A los paramilitares, a los que nos hicieron tanto daño?

Veinticinco años después del despojo, los campesinos de Tulapas siguen padeciendo la violencia inconclusa del Urabá, que los persigue en forma de amenazas, incluso en el exilio. Y todavía guardan la esperanza de volver a su región y reconstruir la comunidad que destruyeron los paramilitares y sus aliados, entre esos, decenas de prestantes ganaderos de Córdoba.

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