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Como todos los domingos, en este capítulo de Los Informantes, tres grandes historias: la trágica vida de la monja colombiana Inés Arango, que su compromiso indígena la llevó a un destino heroico y la acerca hoy a la santidad; el testimonio Yasuaki Yamashita, uno de los sobrevivientes de la bomba atómica en Nagasaki; y la historia de Lali Fernando Riascos, un joven afrocolombiano del Pacífico que, pese a la pobreza y la violencia, se ha convertido en un influyente creador de contenido y líder, inspirando a su comunidad con esperanza y resiliencia.
La monja colombiana Inés Arango dedicó casi diez años de su vida a vivir entre comunidades indígenas de la Amazonía ecuatoriana, entregada por completo a su vocación religiosa y a la misión de servir a los más olvidados. Su compromiso y humildad la convirtieron en un símbolo de fe, aprendiendo sus lenguas y costumbres, adaptándose plenamente a su entorno. A pesar de los riesgos, nunca dudó en responder al llamado divino, consciente de que su destino podría ser fatal.
Su vida terminó trágicamente el 20 de julio de 1987, cuando junto al monseñor Alejandro Labaka intentaron establecer contacto con la aislada y feroz comunidad Tagaeri en la selva ecuatoriana. Ambos fueron asesinados brutalmente por esta tribu. Su martirio ha sido reconocido por la Iglesia y se espera que por su labor sea beatificada.
El 6 de agosto de 1945, Hiroshima fue arrasada por una explosión que cambió para siempre la historia de la humanidad. Tres días después, Nagasaki sufrió el mismo destino. Yasuaki Yamashita es uno de los pocos sobrevivientes japoneses que conserva intacta la memoria del horror de la bomba atómica.
“Vino una luz tremenda, es como si fuera mil relámpagos al mismo tiempo. Entonces mi madre me haló al suelo, me cubrió con su cuerpo. Vino una explosión tremenda, muy fuerte y sentíamos que estaban volando miles de cosas encima de nosotros”, recordó en Los Informantes, ese aquel fatídico día.
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Con un testimonio en perfecto español, relata con detalle cómo vivió aquella explosión y su relato sobre la destrucción total, las pérdidas humanas y las secuelas de la radiación son un llamado urgente a la conciencia global para evitar que se repitan los horrores nucleares.
Lali Fernando Riascos nació y creció en una de las regiones más azotadas por la violencia y la pobreza. Desde niño enfrentó desplazamientos, la ausencia de servicios básicos y la violencia armada que marcó su infancia y adolescencia. Sin embargo, lejos de rendirse, encontró en la comunicación y en las redes sociales un camino para mostrar sin filtros la realidad de su tierra y para inspirar a su comunidad.
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Es uno de los 30 colombianos menores de 30 años que están cambiando el mundo, según la revista Forbes. Hoy, impulsa proyectos que promueven la paz, el desarrollo y la dignidad en el Pacífico colombiano. A través de videos, mensajes y acciones concretas, busca visibilizar las necesidades y potencialidades de su región, animando a otros jóvenes a luchar por sus derechos y a creer en un futuro diferente.