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La Armada nipona ha escrito un nuevo capítulo en la historia militar naval. La Agencia de Adquisición, Tecnología y Logística (ATLA) de Japón anunció el pasado mes de septiembre la conclusión exitosa de las primeras pruebas documentadas a nivel mundial de un cañón electromagnético disparado desde el mar contra un objetivo naval real. Este suceso, que se llevó a cabo con un disparo silencioso y sin utilizar pólvora, fue catalogado como un avance histórico.
El arma, que había estado a bordo del buque experimental JS Asuka de la Fuerza de Autodefensa Marítima de Japón (JMSDF) desde el pasado mes de julio, logró impactar a larga distancia contra otro barco que se encontraba en alta mar. Para confirmar este hito, la ATLA compartió imágenes del sistema de control de fuego y del cañón en acción a través redes sociales.
A diferencia de los sistemas de artillería convencionales que dependen de explosivos, el cañón de riel utiliza exclusivamente energía eléctrica para acelerar sus proyectiles a velocidades hipersónicas. En las pruebas realizadas por ATLA, el proyectil, de un calibre de 40 mm, alcanzó una velocidad de 2,297 metros por segundo. Esta cifra supera de manera notable la velocidad de salida de los cañones de tanque habituales.
El principal beneficio de esta tecnología radica no solo en la velocidad, sino también en la economía operativa. Este tipo de cañones permiten una alta cadencia de disparo con municiones que resultan significativamente más baratas en comparación con los misiles tradicionales, lo que potencialmente reduce drásticamente el coste por intercepción. No obstante, el sistema completo requiere una infraestructura considerable, incluyendo generadores, capacitores y sistemas de refrigeración.
El éxito de Japón es un logro conseguido tras décadas de desarrollo y lo posiciona en la vanguardia de esta tecnología emergente. El país nipón persistió en su desarrollo desde mediados de los años 2010, incluso después de que Estados Unidos, que también había trabajado en esta tecnología, decidiera abandonar su propio programa en 2021 debido a los elevados costes y a problemas técnicos. Si bien EE. UU. ha manifestado ahora su intención de retomar el proyecto, Japón ha sido el primero en demostrar su funcionalidad naval.
Este cañón forma parte de una estrategia japonesa más amplia diseñada para contrarrestar a potencias como China y Rusia, naciones que están desarrollando misiles hipersónicos capaces de evadir los sistemas de defensa actuales. Expertos en defensa señalan que un sistema que dispara municiones de bajo coste y desde un cargador grande representa una clara ventaja para protegerse contra estas amenazas.
Aunque el uso inicial del JS Asuka permitió realizar pruebas sin comprometer buques operativos, la ATLA ya tiene planes para integrar versiones más compactas del cañón en destructores de nueva generación, como los 13DDX o los buques clase Maya.
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A pesar del hito alcanzado, quedan desafíos importantes por delante. Convertir esta promesa tecnológica en una capacidad operativa sostenible requiere superar obstáculos como el consumo energético extremo, el desgaste acelerado del cañón, la cadencia de disparo y las necesidades de refrigeración.
Japón no se encuentra completamente solo en esta carrera tecnológica; China probó un prototipo en 2018, Turquía ha mostrado avances, y existen acuerdos de cooperación con Francia, con la posibilidad de futuras colaboraciones con Estados Unidos. Sin embargo, por ahora, el país tiene en sus manos el primer cañón electromagnético naval funcional del mundo. Si se logran superar los escollos restantes, este cañón electromagnético no solo será un éxito técnico, sino que podría representar una revolución estratégica.
ANDRÉS FELIPE ADAMES RESTREPO
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