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En el Reino Unido se volvió a hablar de un crimen juvenil que conmovió a la comunidad hace dos años. Areece Lloyd-Hall, de 18 años, fue condenado este lunes a cadena perpetua, con un mínimo de 16 años de cárcel, tras ser declarado culpable del asesinato de Harry Pitman, un joven de 16 años apuñalado en el cuello durante las celebraciones de Año Nuevo de 2023 en Primrose Hill, un concurrido parque al norte de Londres.
El ataque ocurrió la noche del 31 de diciembre de 2023, cuando cientos de personas se habían congregado en la colina para ver los fuegos artificiales de medianoche. Entre risas y juegos, un grupo de adolescentes, incluido Harry, bromeaba y fingía pelearse. En medio del caos, el joven chocó accidentalmente con otro muchacho, lo que desató una confrontación inesperada.
De acuerdo con las pruebas presentadas durante el juicio en el tribunal Old Bailey, las imágenes grabadas con un teléfono móvil mostraron cómo Lloyd-Hall sacó un cuchillo de su cintura y lo blandió contra el cuello de Pitman justo en el momento en que este parecía dispuesto a lanzar un puñetazo. En segundos, la celebración se convirtió en horror.
Las grabaciones de las cámaras corporales de la policía —reproducidas ante el jurado— muestran a Harry tambaleándose entre la multitud, con las manos en el cuello, pidiendo ayuda mientras la sangre manchaba su ropa. Se desplomó a pocos metros del lugar, falleciendo minutos antes de la medianoche, en el último instante del año.
El juez Mark Cavanagh, encargado de dictar la sentencia, describió al joven asesinado como “un chico muy popular y simpático” y calificó el crimen como “una tragedia completamente evitable”. En su fallo, subrayó que el agresor no corría ningún riesgo real esa noche y que “la razón principal por la que llevaba un cuchillo era porque le brindaba una falsa sensación de poder y seguridad”.
“Este caso es la demostración trágica más clara posible de los peligros de portar un cuchillo en público. Si no lo hubiera hecho, Harry Pitman seguiría vivo”, declaró el magistrado.
El veredicto de culpabilidad contra Lloyd-Hall llegó el 29 de octubre de 2025, tras un segundo juicio, ya que el primero concluyó sin acuerdo del jurado. Durante las audiencias, el joven —quien entonces tenía 17 años— alegó que no tuvo intención de matar, asegurando que solo quiso defenderse y que creyó haber golpeado a la víctima con la funda del cuchillo.
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“No quería que perdiera la vida. Me sentí fatal por lo que hice. No era mi intención”, afirmó el acusado entre lágrimas. Sin embargo, los fiscales insistieron en que su decisión de portar un arma blanca fue lo que transformó un simple altercado adolescente en un homicidio.
Tras el ataque, Lloyd-Hall huyó del lugar mientras la policía lanzaba una operación de búsqueda urgente. Horas más tarde, el joven se entregó voluntariamente en una comisaría después de que las autoridades difundieran imágenes de su rostro en medios locales.
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Durante el juicio, la defensa señaló que el adolescente padecía paranoia inducida por el consumo de cannabis y que había desarrollado un posible trastorno de estrés postraumático (TEPT) después de presenciar el apuñalamiento mortal de un amigo en junio del mismo año. Aunque el tribunal reconoció que estos factores podían haber influido en su comportamiento, el juez aclaró que no justificaban su decisión de portar ni usar un arma.
La muerte de Harry Pitman reavivó en el Reino Unido el debate sobre el uso de cuchillos entre adolescentes, un problema que las autoridades británicas llevan años intentando frenar. Solo en 2024, según datos del Ministerio del Interior, más de 45.000 delitos con armas blancas fueron registrados en Inglaterra y Gales, muchos de ellos cometidos por menores de edad.
MARÍA PAULA GONZÁLEZ
PERIODISTA DIGITAL DE NOTICIAS CARACOL