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Juan Pablo II, el papa que fue santo por aclamación popular

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La medida fue posible gracias a su sucesor, Benedicto XVI, quien retiró una norma que obligaba a esperar cinco años antes de que pudiera iniciarse el proceso para la canonización.

Así, Karol Wojtyla compartirá el día de la canonización con Juan XXIII (1958-1963) y ambos se convertirán así en los otros dos pontífices proclamados santos en los últimos cien años junto con Pío X (1903-1914), quien fue canonizado el 3 de septiembre de 1954, durante el pontificado de Pío XII (1939-1958).

La canonización del papa polaco (1978-2005) ha llegado en tiempo récord, pero ha seguido todos los pasos marcados por la Iglesia, entre ellos los dos milagros necesarios para ascender a los altares.

Pero la canonización popular ya llegó el 8 de abril de 2005, cuando durante su funeral en la Plaza de San Pedro aparecieron pancartas de los fieles que espontáneamente proclamaban santo a Juan Pablo II sin parecer importar la necesidad de un proceso.

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Además de la espontaneidad de los fieles que ya le rendían culto como a un santo, fueron también muchos los que pidieron oficialmente que se elevara a los altares a Wojtyla, como Chiara Lubich, fundadora del movimiento de los Focolares, pero también los cardenales reunidos antes del cónclave que eligió a Benedicto XVI se expresaron a favor.

Ese papa heredó esta difícil petición popular para la canonización de su predecesor y amigo, pero, a pesar de ello, no quiso saltarse las reglas para no sentar ningún precedente y como hizo Juan Pablo II con la madre Teresa de Calcuta, se limitó a eliminar la norma de los cinco años, pero confió el proceso a los tribunales eclesiásticos.

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En mayo de 2011 la Congregación para las Causas, el organismo del Vaticano que evalúa a los candidatos a la santidad, consideró como primer milagro el caso de la monja francesa y enfermera Marie Simon Pierre, de 51 años, quien según la comisión médica se curó de manera inexplicable de la enfermedad de Parkinson, la misma que sufrió Wojtyla en los últimos años de vida.

Ese mismo mes se celebraba la ceremonia de beatificación en la Plaza de San Pedro a la que acudieron cerca de un millón de personas y delegaciones de casi todos los países del mundo.

En una reciente entrevista Slawomir Oder, el postulador de la causa de canonización de Wojtyla, explicó: "Durante el proceso, he recibido decenas de miles de indicaciones de gracias atribuidas a la intercesión de Juan Pablo II".

"Cada una de ellas es seguramente importante porque habla de la vida de alguien que ha cambiado cuando se ha dirigido en momentos de necesidad al papa y ha notado su presencia y potencia. Pero no todas corresponden exactamente a los criterios de un procedimiento canónico", aseguró.

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Una de estas historias fue la que eligió Oder para que se convirtiera en el segundo milagro: la curación de una mujer de Costa Rica que había sufrido una seria lesión cerebral incurable, según el equipo médico al que consultan los cardenales y obispos de dicho organismo.

A la costarricense Floribeth Mora, de 50 años, se le diagnosticó un aneurisma cerebral el 14 de abril de 2011 con escasas esperanzas de vida. La mujer relató que el 30 de abril de 2011 asistió a misa y a una procesión en su comunidad en la vigilia de la beatificación de Juan Pablo II y al día siguiente oyó una voz que le decía: "levántate, no tengas miedo" y de repente se sintió de nuevo perfectamente.

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Según Andrea Riccardi, historiador y fundador de la Comunidad de San Egidio, en el proceso de canonización de Juan Pablo II hubo testimonios críticos, pero "esto demuestra que ha sido un proceso serio".

El libro "La santidad del Papa Wojtyla", escrito por el exministro y fundador de la Comunidad de San Egidio (conocida como la "ONU de Trastevere", por el histórico barrio romano donde tiene su sede) revela cómo no todos estuvieron de acuerdo en el proceso de canonización más rápido de la historia.

Riccardi recordó esta semana cómo de los 114 testigos que fueron escuchados durante el proceso de beatificación y después canonización del papa polaco "no todos fueron positivos".

Entre ellos destaca el testimonio del arzobispo de Milán, el cardenal Carlo Maria Martini, jesuita, reconocido intelectual de carácter progresista y fallecido en 2012, que "expresó su perplejidad por la necesidad de canonizar al papa polaco y expresó sus críticas, por ejemplo por relativizar las iglesias locales".

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"Yo no encuentro nada de escandaloso en ello, porque cuando se hace un proceso también a grandes figuras se necesita decir la verdad sobre todo lo que se piensa y que se ha vivido, y esto demuestra que ha sido un proceso serio", explicó Riccardi.

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