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Juliana López tenía 21 años cuando abordó un vuelo rumbo a China. Modelo, futbolista y presentadora en canales regionales de Antioquia, soñaba con abrirse camino en el mundo del espectáculo. Sin embargo, ese viaje terminó convirtiéndose en una pesadilla.
En julio de 2015, al llegar al aeropuerto internacional de Guangzhou, fue detenida por las autoridades chinas. En su equipaje, específicamente dentro de un computador portátil, se encontraron 610 gramos de cocaína. En China, el narcotráfico es considerado uno de los delitos más graves, y casos como el suyo suelen terminar en cadena perpetua o incluso pena de muerte.
La noticia sacudió a Colombia en 2015. Juliana fue condenada a 15 años de prisión, y desde entonces ha vivido una década tras las rejas. En 2021, envió una carta a su madre que revelaba el impacto emocional de su encierro y la presión que enfrenta día a día: “Amor de mis amores, madre mía, te extraño como a nada en el mundo. Aquí la gente se asombra y me dicen que yo tengo mucha gente que me quiere. 6 años, ma. Los dejé hace 6 años y para bien o mal sigue tanta gente pendiente de nosotras, pero yo lo veo como una bendición de Dios. La situación aquí es cada vez más estresante. Yo estoy bien. Estoy trabajando mucho, mucha presión laboral. Ahora cada mes nos hacen examen. Entonces, también presión estudiando”.
Su madre, decidida a no dejarla sola, dejó su vida en Colombia y se mudó a China para poder visitarla una vez al mes, como lo permite la ley de ese país. Según el programa La Red de Caracol Televisión, Juliana podría obtener la libertad en 2026 por buen comportamiento. Sin embargo, allegados aseguran que no planea regresar a Colombia por temor a represalias.
En medio del caso, también fue detenido Juan Esteban Marín, entonces novio de Juliana, por sospechas de posesión de narcóticos. Aunque no viajó con ella en ese momento, su familia confirmó que ambos habían estado en China anteriormente. Se desconoce si Marín fue condenado o liberado.
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La historia de Juliana generó múltiples interrogantes, especialmente uno: ¿por qué no fue condenada a pena de muerte, como suele ocurrir en casos similares en China?
La respuesta llegó tiempo después. Juliana mostró a las autoridades una serie de mensajes guardados en su celular que evidenciaban amenazas de muerte contra ella y su familia si no accedía a transportar la droga. Además, su familia aseguró que el computador donde se halló la sustancia no le pertenecía.
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Estos elementos fueron clave para que el sistema judicial chino considerara atenuantes en su caso y no le impusiera la pena de muerte ni la cadena perpetua sino una condena de 15 años de prisión.
La familia de Juliana le confirmó a La Red que ella no piensa regresar a Colombia cuando salga de prisión, pues teme que en su país le quiten la vida.
En China, el tráfico de más de 50 gramos de heroína o metanfetamina puede llevar directamente a la pena capital, es decir, la pena de muerte. Las autoridades no distinguen entre nacionales y extranjeros, y los juicios suelen ser rápidos y ejemplares contra las personas que incurran en este delito. Esta política de tolerancia cero tiene raíces históricas en la Guerra del Opio, que dejó una profunda huella en la identidad nacional y consolidó el rechazo social hacia las drogas.
El gobierno chino ha reforzado la vigilancia en puertos, aeropuertos y fronteras, y promueve la cooperación internacional para controlar los precursores químicos usados en la fabricación de drogas sintéticas. En este contexto, el caso de Juliana López se convirtió en una excepción marcada por circunstancias particulares, pero también por una historia que sigue generando preguntas sobre el poder, el miedo y las decisiones que cambian una vida para siempre.
CAMILO ROJAS, PERIODISTA NOTICIAS CARACOL
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