La vicepresidenta de Colombia se pronunció sobre lo que sucedió hace 23 años en su familia y por lo que algunos le exigen que renuncie, mientras otros la defienden.
Fue durante un conversatorio sobre corrupción donde le preguntaron a Ramírez por el episodio de su hermano menor, condenado a 4 años y medio de cárcel en 1997 por ingresar heroína a los Estados Unidos a través de mulas.
Beatriz Londoño, secretaria de Transparencia, la inquirió sobre si no era “contradictorio el discurso que usted siempre ha tenido en relación con el narcotráfico y este desafortunado episodio familiar”.
“Es muy difícil la situación personal, es muy dolorosa, sobre todo esto es un episodio que realmente he cargado con un dolor profundo durante 23 años o 24 años casi”, respondió.
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“Mil veces me he preguntado si vale la pena estar en lo público o no y siempre tomé la decisión de seguir porque realmente creo que si uno aporta su capacidad de trabajo, que en mi caso es infinita, si uno aporta sus convicciones, que las tengo muy profundas, al servicio de los colombianos, bien valía la pena correr el riesgo y este es un riesgo que siempre corrí a sabiendas de que el momento en que esto surgiera iba a ser muy doloroso”, aseveró.
Y sostuvo que su familia, como muchas otras que han sufrido algo similar, quedó destruida.
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“Desafortunadamente uno en esos momentos lo único que tiene ante sí es la familia, y ante Dios uno dice ‘¿qué hago? ¿Apoyo a mi familia?’. En mi caso yo soy la hermana mayor de una familia, mi papá y mamá se destruyeron realmente por cuenta de este episodio. Lo que hice fue acompañar solidariamente a mi hermano, a mi familia”, manifestó.
Es por eso que ella cree que tiene “la autoridad moral de decir sé cuánto sufren las familias colombianas por cuenta del narcotráfico, sé que ha habido muchísimas familias que se destruyeron porque sus hijos se volvieron adictos. Lo vemos todos los días, en todos los sectores de la sociedad colombiana, eso no hace distinción social”.