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Noticias Caracol LOS INFORMANTES Entre disparos y peones: cómo el ajedrez salvó a un militar en poder de las Farc

Entre disparos y peones: cómo el ajedrez salvó a un militar en poder de las Farc

El sargento mayor en retiro Heriberto Aranguren le hizo una jugada maestra a la muerte, escapando de ella durante cuatro años que estuvo secuestrado. Todo gracias al ajedrez.

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Heriberto Aranguren ha estado varias veces frente a la muerte. Enfrentó el frío de las balas, la soledad del cautiverio y la cercanía del abismo, pero está vivo y por eso asegura que “todos los días de mi vida lo vivo como si fuera el último”. Sirvió por años al Ejército colombiano, enfrentando los años más pesados en la guerra con la extinta guerrilla de las Farc, pero nunca pensó que lo que lo salvó de perder la vida en más de una ocasión fue el ajedrez.

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Nació en Ibagué, donde de niño aprendió el movimiento de las fichas de ajedrez gracias a unos primos. Nunca imaginó que aquel juego de estrategia, que parecía apenas un pasatiempo infantil, se convertiría en su tabla de salvación décadas después, cuando estuvo a punto de perderlo todo.

El día que cambió todo

Aranguren ingresó al Ejército a los 21 años, no por vocación, sino porque era una oportunidad de empleo estable. Empezó como soldado regular y luego hizo carrera como suboficial. Nueve años después, recién ascendido a cabo segundo, la guerra lo golpeó de frente. Recuerda con claridad y detalles el día en que perdió su libertad: Fue un lunes 22 de junio de 1999, 11:20 de la mañana. Estaba al mando de un pelotón de 40 hombres en Puerto Libertador, Córdoba, cuando desembarcaron de un helicóptero cerca del río San Jorge. Allí, 700 guerrilleros de las Farc los emboscaron.

Recuerda que el fuego fue devastador y algunos soldados desesperados se lanzaron al río para escapar de las balas, pero terminaron ahogados por la corriente y el peso de sus armas. Entre las ráfagas, Aranguren vio morir a 35 de sus hombres. Uno de ellos, Montoya, incapaz de resistir el dolor y las heridas, se quitó la vida. Otro, Madarriaga, agonizaba mientras él intentaba arrastrarlo a salvo, hasta que las balas lo obligaron a dejarlo atrás.

Heriberto pensó también en quitarse la vida antes de caer prisionero. "El último cartucho lo dejé para mí, yo dije: ‘no me dejo coger vivo’ y ya cuando llegó el momento no fui capaz. Dije, ‘no, cómo me voy a quitar la vida, si me van a matar que me maten ellos’. Me habían pegado un disparo en la costilla, pero los proveedores me salvaron la vida, no más me quedó la pura pólvora ahí pegada". Herido en una costilla, cayó en poder de la guerrilla.

Heriberto Aranguren
Heriberto Aranguren enfrentó a las Farc y fue secuestrado por la guerrilla durante 4 años -
Foto: Los Informantes

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El ajedrez en medio del cautiverio

Como a cientos de militares y policías, lo secuestraron para forzar un intercambio. Junto a cuatro soldados más, lo hicieron caminar días enteros por el Nudo del Paramillo hasta encerrarlos en una celda de madera de tres por tres metros en un campamento guerrillero. Allí solo los acompañaba una radio y un tablero de ajedrez para salir de la rutina.

Entre las partidas de ajedrez demostró su talento y pronto se ganó el apodo de 'el Ajedrecista'. Convenció al jefe guerrillero de que le prestara un cuchillo para tallar en un pedazo de madera un caballo, una pieza que se habían comido los ratones, cuando lo hizo el hombre le puso un reto. "Me dijo: ‘Aranguren, ¿usted es capaz de hacerme un ajedrez para yo enseñarle a mis guerrilleros?’, le dije que claro y lo fabriqué de un metro por metro cuadrado, la reina y el rey medían 20 centímetros, era para que los guerrilleros aprendieran a jugar".

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El ajedrez fue su compañía, consuelo y disciplina. Cuando otros soldados fueron liberados y él quedó solo, fue el único elemento que le permitió resistir sin enloquecer. Más tarde, en septiembre de 2001, volvió a compartir cautiverio con otros militares y, meses después, con el gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria, y su asesor de paz, Gilberto Echeverri. Aranguren calcula que talló más de cien tableros y fichas durante su secuestro. En su casa aún guarda uno de chonta, la madera que encontraban en la selva, firmado por sus compañeros de cautiverio.

La fallida operación de su rescate

El 5 de mayo de 2003, durante una fallida operación de rescate autorizada por el entonces presidente Álvaro Uribe, los helicópteros del Ejército irrumpieron en el campamento guerrillero. Lo que parecía la llegada de la libertad para Aranguren y los otros secuestrados se convirtió en horror.

Heriberto Aranguren
El hombre todavía conserva uno de los tableros que hizo en el cautiverio -
Foto: Los Informantes

Los guerrilleros, al ver llegar las tropas, fusilaron a los secuestrados. Aranguren recuerda los segundos como una eternidad: “Cuando escucho que hay combate me tiro al piso y me meto debajo de mi cama. Empiezo a escuchar disparos encima, me doy cuenta que nos estaban fusilando, ahí recibo el primer disparo en la cabeza, quedé tendido, inmóvil, pero no inconsciente, escuchaba la gritería y la mano de plomo".

En ese momento, los guerrilleros de las Farc regresan por orden de su jefe para verificar que los secuestrados estuvieran muertos. "El jefe guerrillero 'El Paisa' dice: ‘devuélvanse y rematen, verifiquen’, quería decir denles tiro en la cabeza para que no quede duda de que se murieron, entonces vienen y le hacen el tiro de gracia a mis compañeros". Él ya había recibido un disparo en la cabeza, lo que le dio una ventaja inimaginable, pues pensaron que ya estaba muerto.

"El tiro de gracia me lo pegó en la pierna izquierda, me colocó el fusil en la pierna y me voló el fémur, cuando yo abro mis ojos lo primero que veo es mi pierna, porque del impacto del fusil me levantó la pierna, me desbarató el fémur y la pierna me quedó colgando como un pedazo de carne. Cojo la pierna, la tiro para atrás, me volteo y empiezo a ver todos los cadáveres".

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Herido, improvisó un torniquete y resistió hasta que las tropas lo cargaron en una tabla durante hora y media hasta el helicóptero. En el trayecto, la guerrilla intentó derribar la aeronave, pero una vez más sobrevivió. ¿Qué lo salvó? La chonta, la misma madera con la que por 1.413 días de secuestro estuvo tallando tableros y piezas de ajedrez. "Me salvó la vida porque la cama era de chonta, si hubiera sido madera normal me mata porque es muy blandita". Fueron cuatro años de encierro, soledad y resistencia. De aquel ataque, murieron diez secuestrados y solo tres sobrevivieron.

En busca de la paz

Heriberto Aranguren
Heriberto Aranguren ahora juega ajedrez con los exguerrilleros como parte del proceso de paz -
Foto: Los Informantes

Actualmente la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) se prepara para emitir su primera sentencia en el caso 01, que juzga a los antiguos comandantes de las Farc por los secuestros y Heriberto sigue con atención cada paso del proceso. Ha jugado partidas de ajedrez con algunos de sus victimarios como gesto simbólico de reconciliación.

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Reconoce que las penas contempladas son más restaurativas que punitivas. “Para el daño que se hizo son muy blandengues, pero fue lo que se firmó en La Habana. Ellos no iban a entregar las armas para irse a la cárcel. Yo no quiero más guerra para mis hijos ni para las nuevas generaciones”. Aunque considera que los avances hacia la paz siguen siendo frágiles y que la violencia persiste con disidencias y bandas criminales, insiste en que todo esfuerzo vale la pena. “Son 13.000 hombres menos disparando y asesinando. Todo lo que se haga por la paz es válido”.

Heriberto Aranguren fue un soldado que sobrevivió gracias al ajedrez y hoy es testimonio de la memoria viva de un país herido. Su vida es, como él mismo dice, una partida en la que cada movimiento importa y mientras tenga un tablero y fichas frente a él, seguirá recordando que incluso en medio de la oscuridad, siempre queda una jugada por hacer.

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