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Este lunes, el gigantesco cohete Starship de SpaceX surcó los cielos del sur estadounidense durante el atardecer, culminando su misión con un exitoso amerizaje que marcó otro paso firme hacia el regreso de la humanidad a la Luna.
A las 6:25 p.m. hora local (23:25 GMT), el titán de acero inoxidable despegó desde las instalaciones de la compañía en Boca Chica, Texas, bajo la atenta mirada de miles de espectadores conectados al directo oficial. En la transmisión, los aplausos del equipo de ingenieros resonaron mientras la etapa impulsora, Super Heavy, descendía de manera controlada hasta las aguas del Golfo de México, cumpliendo con el plan de vuelo.
La segunda etapa, también llamada Starship, continuó su trayecto más allá de la atmósfera terrestre, desplegando satélites de prueba y repitiendo el esquema del vuelo exitoso de agosto. Poco más de una hora después del lanzamiento, la nave reingresó y amerizó en el océano Índico, tal como estaba programado. No estaba previsto recuperar el vehículo.
El éxito del ensayo llega en un momento clave para SpaceX y para la NASA, que confía en el Starship, el cohete más grande y poderoso del mundo, como pieza esencial de su programa Artemis, con el que busca llevar nuevamente astronautas a la superficie lunar. Además, el vehículo es el pilar central del ambicioso sueño de Elon Musk: llevar humanos a Marte.
Durante la transmisión, el propio Musk comentó que esta vez prefirió ver el lanzamiento al aire libre, y no desde el centro de control, porque es “mucho más visceral”. El empresario describió el vuelo como una prueba crucial antes de pasar a una nueva generación de prototipos.
Liftoff of Starship! pic.twitter.com/sbfmGAEPa6
— SpaceX (@SpaceX) October 13, 2025
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SpaceX confirmó que este fue el último vuelo de la actual versión del Starship, ya que el próximo ensayo utilizará el modelo de tercera generación (Version 3), que incorporará mejoras en motores, aislamiento térmico y capacidad de reutilización.
La empresa californiana puede presumir ahora de dos vuelos consecutivos exitosos, algo que no había logrado antes. Los avances llegan tras una serie de fracasos que pusieron en duda su viabilidad: explosiones durante el reingreso sobre el Caribe, fallos en la fase orbital e incluso una detonación en una prueba en tierra el pasado junio.
Elon Musk ha reconocido que el escudo térmico reutilizable sigue siendo el mayor desafío. “Tomó nueve meses reparar el del transbordador espacial entre vuelos”, recordó recientemente, subrayando lo complejo que es diseñar un sistema orbital totalmente reutilizable. Otro obstáculo será demostrar la capacidad de recargar combustible en órbita, un procedimiento nunca antes probado que será vital para las misiones lunares y marcianas.
El programa Artemis III, que pretende enviar una tripulación a la Luna a mediados de 2027, depende en gran medida de los avances de SpaceX. Pero los tiempos son ajustados. Un informe del Panel Asesor de Seguridad Aeroespacial de la NASA advirtió que el cronograma podría retrasarse “varios años”.
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En paralelo, China acelera su propio programa lunar con la meta de realizar su primera misión tripulada antes de 2030. El exadministrador de la NASA, Jim Bridenstine, fue contundente ante el Senado estadounidense: “A menos que algo cambie, es muy poco probable que Estados Unidos supere el cronograma proyectado de China”.
Cada prueba exitosa acerca a SpaceX a un futuro donde las naves gigantes despeguen, aterricen y vuelvan a volar en cuestión de días. Para la NASA, significa la posibilidad de establecer bases sostenibles en la Luna y, eventualmente, en Marte.
Mientras el sol caía sobre las costas texanas, la silueta del Starship ascendiendo entre el resplandor dorado pareció un recordatorio de lo que está en juego: no solo la conquista de nuevos mundos, sino la redefinición del lugar de la humanidad en el cosmos.
*Con información de AFP
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