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Durante seis meses, Mal Nash pensó que el dolor de espalda que lo acompañaba era una consecuencia lógica de su trabajo físico. A los 42 años, este carpintero de Devon, Inglaterra, llevaba gran parte de su vida entre maderas, herramientas y jornadas agotadoras. Pero lo que parecía una molestia común pronto se convirtió en una tragedia médica porque detrás del dolor se escondía un cáncer testicular metastásico que, al propagarse a su columna, le arrebató la movilidad para siempre.
La historia de Mal, revelada por medios británicos y compartida por su familia, ha conmovido al Reino Unido. No solo por la dureza de su diagnóstico, sino por la serie de señales ignoradas y demoras médicas que pudieron cambiar su destino.
Todo comenzó en abril de 2025, cuando Mal empezó a sentir punzadas constantes en la parte media de la espalda. Acostumbrado a los esfuerzos del oficio, pensó que era una contractura o una lesión muscular. Sin embargo, los meses pasaron y el dolor se volvió insoportable.
En septiembre, Mal decidió ir al médico. Allí le recetaron analgésicos y le recomendaron reposo. “Se lo tomó al pie de la letra. Si los médicos decían que era solo un dolor de espalda, no había por qué preocuparse”, explicó Kevin.
Pero pronto su cuerpo comenzó a dar señales alarmantes con espasmos, convulsiones y una creciente debilidad en las piernas. Hasta que, una mañana, ya no pudo levantarse del sofá. “Fue horrible, no puedo ni describirlo”, recordó su hermano. “Verlo perder la fuerza poco a poco fue devastador. Siempre ves que les pasa a otros, nunca piensas que te tocará tan de cerca”.
Tras dos visitas a urgencias y horas de espera, Mal fue enviado de nuevo a casa con una cita para fisioterapia, sin que le realizaran estudios de imagen. La familia, preocupada, decidió llevarlo de nuevo ese mismo día. Fue entonces cuando los médicos finalmente ordenaron una resonancia magnética. 
El resultado dejó sin aliento a todos: Mal tenía un seminoma metastásico, un tipo de cáncer testicular que se había diseminado hasta su columna vertebral, justo entre las vértebras T6 y T7. El tumor comprimía su médula espinal, lo que había provocado la parálisis progresiva. En apenas una semana, el carpintero perdió toda movilidad desde el pecho hacia abajo.
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Los médicos realizaron una cirugía de emergencia con la esperanza de liberar la presión sobre la médula y recuperar algo de sensibilidad, pero la intervención no tuvo éxito. “Salió de la operación y nos dijeron que no había funcionado”, relató su hermano Kevin. “Ahora está paralizado de por vida”.
El seminoma, el tipo de cáncer que padece Mal, suele originarse en las células germinales de los testículos y, en etapas avanzadas, puede propagarse a ganglios linfáticos, pulmones, huesos y, en casos poco frecuentes, a la médula espinal. Entre sus síntomas más comunes se encuentran bultos o hinchazones en el testículo, dolor abdominal o lumbar y fatiga persistente. Sin embargo, muchos hombres ignoran estas señales o sienten vergüenza de consultar a un médico.
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A pesar de su parálisis, Mal ha seguido adelante con una fortaleza que inspira a quienes lo rodean. Desde su cama en Devon, comenzó tratamientos de quimioterapia para frenar la propagación del cáncer. “No podrá volver a caminar, pero esperamos que el cáncer desaparezca. Ese es el objetivo”, explicó su hermano.
Mal, quien soñaba con expandir su pequeño negocio de carpintería y era un apasionado del BMX, ahora enfrenta el reto de adaptar su vida a una nueva realidad. Su hermano Kevin inició una campaña en GoFundMe para hacer que su casa sea accesible y pueda moverse con mayor independencia. En pocas semanas, la campaña logró reunir más de 4.400 libras de una meta de 5.000.
“Estamos tratando de ir día a día”, dijo Kevin. “Hay momentos en los que el ánimo decae, pero tratamos de mantenernos fuertes. Él es mi hermano gemelo. Hemos hecho todo juntos, y ahora no pienso dejarlo solo en esto”.
MARÍA PAULA GONZÁLEZ
PERIODISTA DIGITAL DE NOTICIAS CARACOL