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El secuestro de Miguel Ayala, hijo del cantante de música popular Giovanny Ayala, y su mánager Nicolás Pantoja, sacudió la tranquilidad del país durante dos semanas. El rapto se produjo el 18 de noviembre mientras los jóvenes se desplazaban por la vía Panamericana, a la altura del municipio de Cajibío, Cauca, con destino al aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón en Cali. Las autoridades establecieron de manera preliminar que fueron interceptados por dos vehículos y varios sujetos armados. Miguel Ayala, de 23 años, y su acompañante fueron llevados a una zona montañosa, iniciando así catorce días de ausencia total de contacto con sus familiares.
Durante estas fechas, los captores, presuntamente integrantes del Frente Carlos Patiño del Estado Mayor Central, según informaron las autoridades, iniciaron las exigencias económicas. Inicialmente, los secuestradores solicitaron 4.500 millones de pesos, una cifra que posteriormente fue incrementada hasta los 7.500 millones, y se les dio un plazo de 72 horas para concretar la extorsión. La incertidumbre concluyó el pasado martes 2 de diciembre, cuando una operación coordinada de la Fuerza Pública en el departamento del Cauca, incluyendo al Gaula de la Policía Nacional y a la Fuerza Aeroespacial, permitió su liberación en una zona rural al sur del Cauca, cerca a una zona conocida como Piedra Sentada. Como resultado de este operativo, un individuo identificado como Neider Gómez Castrillón fue capturado y judicializado por secuestro extorsivo agravado y otros delitos. Tras ser rescatados, el joven artista y Pantoja fueron trasladados para cumplir con los protocolos de salud correspondientes.
Mientras se desarrollaba la búsqueda y la negociación, la familia Ayala experimentaba una profunda "incertidumbre", tal como lo relató Sebastián Ayala, hermano de Miguel al programa La Red, de Caracol Televisión. Él fue uno de los primeros en tener conocimiento de la situación, aunque inicialmente, la información que llegaba era "muy distorsionada". La primera comunicación fue dirigida a su tío Vladimir, quien también es mánager de Giovanny Ayala, lo que llevó a la familia a creer que todo se trataba de una estafa. Según Sebastián, inicialmente "creímos que era una llamada para robarnos para hacer algo algo indebido que no era nada relacionado con mi hermano".
Sin embargo, esa noche se convirtió en una espera "terrible". De acuerdo con Ayala, Miguel tenía programado un vuelo para las 7 de la noche, pero a las "9, 10, 11, nada que aparecía". La familia conservaba la esperanza de que tal vez "lo iban a soltar, que se habían equivocado, alguna cosa". No obstante, fue el conductor del vehículo de servicio particular que trasladaba a los dos jóvenes quien confirmó el incidente. Él testificó ante la familia que a Miguel y Nicolás, su mánager, "los habían bajado el carro a la fuerza. Se los habían llevado en dos carros, dos camionetas, y dos motos, armados y ahí empezó esta odisea".
La angustia por no saber el paradero de Miguel y Nicolás durante los quince días, fue agravada por la intervención constante de personas. Sebastián Ayala detalló que al teléfono de la oficina recibían llamadas "todos los días" de gente que buscaba lucrarse con la tragedia. Estas personas intentaban "mirar qué podía pescar" diciendo: "Sí, aquí lo tenemos, envíenos tanto". El hermano del artista mencionó que los días transcurrían con un flujo continuo de "noticias falsas, falsas, falsas, falsa, falsa".
La fortaleza de la familia durante esos días "sin dormir ni comer" residió en el apoyo mutuo y la fe,. Sebastián comentó que el respaldo familiar fue "inmenso". La familia se mantuvo unida y "al pendiente de lo que podía pasar, de las de las noticias que pudieran llegar". Incluso, encontraron consuelo a través de la música: "cantábamos los tres juntos y recordábamos esos momentos", lo cual "servía para uno desahogarse". Además, se organizó una "cadena de oración a nivel nacional internacional".
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Un día antes de la liberación, describió que los allegados se encontraban "devastados", ya que los captores se habían contactado para exigir una suma económica "realmente elevada y al pasar la noche, como les digo, destrozados, tipo 11 de la mañana nos llaman, nos dan esta excelente noticia".
El momento en que se enteraron fue descrito por Sebastián como "algo muy impactante, la sorpresa, la noticia". El reencuentro con Miguel, donde se sintió "toda la fuerza, la alegría", fue una conexión que Sebastián prometió "nunca olvidaré y que siempre estará en en mi memoria", y una emoción que "jamás habíamos sentido como familia".
Tras ser rescatado, Miguel Ayala, en declaraciones a Blu Radio, entregó un relato minucioso sobre los días que duró su retención. El joven artista describió el cautiverio como una experiencia "horrible. Es algo que no se lo deseo a nadie". Aseguró que durante el tiempo que estuvo privado de la libertad, él y Nicolás Pantoja permanecieron atados con "cadenas y candados en un cambuche", y que las noches eran especialmente difíciles porque "no se miraba absolutamente nada todo era oscuro y no se miraba nada y era muy feo”.
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Miguel Ayala reveló que el secuestro no fue una acción espontánea, sino que había "existió un seguimiento planeado por parte de los criminales". El artista confirmó que los delincuentes "nos tenían hace más o menos un mes y que nos tenían investigados a todos", ratificando que "iban por nosotros". Además, narró el agotamiento físico inicial, indicando que tuvieron que caminar por una distancia considerable, "como 5 horas en total", lo que les provocó un gran "miedo" al pensar que "en algún momento nos iban a hacer algo por la distancia".
Respecto a quienes los custodiaban, Miguel indicó que el personal rotaba constantemente, con dos individuos asignados durante el día y otros dos durante la noche, con cambios de personal cada viernes. Sin embargo, la comunicación sobre los términos de la liberación era confusa; aunque les daban "indirectas" de que exigían "20,000 yo no sé qué", sus captores no brindaban noticias claras. En cuanto a la identidad del grupo armado, aunque el ministro de Defensa señaló que serían del Frente ‘Carlos Patiño’, Miguel reconoció que a ellos les decían ser Farc y otros nombres, por lo que la verdad "todavía no lo sabemos, pero eso está en investigación".
El momento de la liberación se produjo mientras los guardias hacían su turno. Uno de ellos, quien fue capturado, se encontraba durmiendo en una hamaca,. Miguel relató que se escucharon "dos ruidos" y pudo ver "como un pie llegaba sin avisar”, seguido inmediatamente por "tres disparos cuatro disparos”. Ante el riesgo de un enfrentamiento, su reacción fue agacharse. En medio del operativo, él y Nicolás gritaban para ser identificados: "Que éramos nosotros, que éramos nosotros”. La confirmación de que todo había terminado llegó cuando escucharon: “Policía nacional Gaula”. Tras oír esa frase, "lloramos, no nos las creíamos en el momento”, pues la emoción se desbordó.
Tras el rescate, uno de los momentos más emotivos fue la conversación telefónica con su padre, Giovanny Ayala, durante la cual ambos se quebraron en llanto. La primera frase de Miguel a su progenitor fue una petición de disculpas. El joven le pidió perdón a su padre "por todo lo que te he hecho”, refiriéndose a los errores de un hijo que ignora la sabiduría paterna: "Muchas veces los papás a uno le dicen muchas cosas que uno ignora, pero aún así ellos tienen siempre la razón y uno de terco siempre ignora las cosas y ese era el perdón que yo pedía".
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LAURA NATHALIA QUINTERO.
NOTICIAS CARACOL DIGITAL.