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De guerrilleros a paramilitares: la falsa desmovilización impulsada por altos mandos del Ejército

A través de testimonios y evidencias documentales, la JEP descubrió que el desarme de 242 guerrilleros, convertidos luego en paras, habría sido una falsa desmovilización por la casa Castaño y altos mandos del Ejército en Córdoba. Revelamos las pruebas.

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El año de 1996 fue en apariencia exitoso para el Ejército en Córdoba. La Primera División logró la desmovilización de 242 guerrilleros, pero 26 años después, la JEP ha recogido evidencia que apunta a que las entregas fueron una farsa y que a los guerrilleros los convirtieron en paramilitares. Una falsa desmovilización en el que habrían participado varios altos oficiales del Ejército, entre ellos, el entonces coronel Leonardo Barrero Gordillo, quien luego ascendió a general y llegó a ser el máximo comandante de las Fuerzas Militares.

Era un falso positivo que le estaban dando el Ejército, porque el Ejército lo que estaba diciendo era que nosotros nos les habíamos entregado a ellos”, dijo Elkin Casarrubia, alias El Cura, alto mando del frente Bernardo Franco del EPL, y luego jefe de las Autodefensas en los Llanos y el Valle. Esta es una de las declaraciones claves que obtuvo el magistrado Gustavo Salazar.

El guerrillero convertido en paramilitar habló de lo que pasaba en Antioquia y Córdoba en los primeros meses de 1996, cuando las FARC empezaron a perseguir violentamente los últimos reductos del EPL. La Unidad Investigativa de Noticias Caracol conoció su testimonio y el de otros falsos desmovilizados.

“Sarley, Ricardo y mi persona dijimos: nosotros sí dejamos, pero directamente a las Autodefensas no nos entregamos porque teníamos miedo de que nos mataran, que nosotros nos entregamos al Ejército. Hicimos contacto con un comandante del Ejército, estaba Sanabria y Barrero. Hoy en día lo mencionan por ahí, a esos coroneles, que eran de Junín, el batallón Junín”, declaró alias El Cura.

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Sarley, a quien el cura menciona como su compañero de desarme, es Francisco Morela, quien se convirtió años después en el segundo jefe del Clan del Golfo, organización liderada por su cuñado alias Otoniel. El Cura cuenta cómo se entregaron al batallón Junín, específicamente al mayor René Sanabria, y al entonces coronel Barrero Gordillo, quien, además, hoy enfrenta señalamientos por supuestos vínculos con paramilitares, falsos positivos y complicidad con narcotraficantes como alias Matamba.

“A Tierralta, Córdoba, en Frasquillo, y ahí llegamos nosotros uniformados, llegamos con los fusiles, estaba el Ejército, ya nos recibió Sanabria, Barrero”. Según el relato, varios helicópteros del Ejército los recogieron en Tierralta y los llevaron a una finca paramilitar en El Volador, en Córdoba.

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“Fueron varios viajes y varios helicópteros, como tres helicópteros, que nos llevaron, nos bajaron a esa finca, que eso era de las Autodefensas. Ya cuando nosotros llegamos allá, incluso, el que estaba allá organizando toda la finca, toda la comida, toda la logística donde nos íbamos a quedar era Móvil Cinco, un señor que era de las Autodefensas. Ya llegaron gente del gobierno, llegó el alcalde de Tierralta, el gobernador de Córdoba”.

El Cura agregó que en ese trayecto hasta la finca paramilitar los acompañaron los altos mandos del Ejército. “Sanabria y Barrero estuvieron con nosotros hasta que entregamos los fusiles, siempre ellos en los helicópteros estuvieron con nosotros”. Y que los altos oficiales sabían que estaban en predios paramilitares. “Sí debía conocer porque en el momento que nosotros vimos, claro, porque allá estaba Cero Cuatro. Cero Cuatro era un señor de las Autodefensas, de los Castaño”.

Es decir, según el testimonio de Casarrubia, los oficiales del Ejército estuvieron en la finca junto al jefe paramilitar alias Cero Cuatro: “Ahí donde estaba el Ejército, donde estaba Sanabria y donde estaba Barrero esperándonos, estaba Cero Cuatro y estaba Gonzalo”.

Y en la finca, custodiados por el Ejército, dice, a los guerrilleros se los llevaron a reunirse con el mismo Carlos Castaño. “Nos bajaron en la tarde, como a las 6 de la tarde, ya llega el Ejército, estaba prestándonos seguridad ahí. Llegó ese señor Gonzalo con Móvil Cinco: ‘Vamos, que vamos a hablar con Carlos Castaño, vamos’. ‘Bueno, listo, estamos ya al mando del Ejército, lo que ordenen aquí’. Cogimos, nos cogió una camioneta y nos fuimos a la finca Las Tangas”.

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Según Casarrubia, él, Sarley y Ricardo, los comandantes máximos de ese reducto del EPL, fueron los que se reunieron con el fundador de las AUC. “Llegamos, hablamos con Carlos Castaño, nos presentamos, ya él nos distinguió, bueno ya hablamos y él nos dijo cuál era el proyecto que teníamos, y bueno hablamos del problema que teníamos con las FARC y que si ya nosotros teníamos un problema con las FARC, desde aquí lo podíamos llevar desde las Autodefensas”.

Pero no eran los primeros comandantes guerrilleros en entregarse a los paras en esa zona. El mismo Otoniel, compañero de El Cura en el EPL, acababa de hacer el tránsito hacia los paramilitares, y según el relato, con el mismo mecanismo de complicidad del Ejército. En una de las pocas declaraciones ante la justicia que Otoniel alcanzó a dar a comienzos de este año, antes de su acelerada extradición, el jefe del Clan del Golfo también contó que esa falsa desmovilización fue apenas un cambio de brazalete para pasar del EPL a las AUC: “Yo a las Autodefensas Unidas de Colombia ingresé en el 96, llegué del EPL a las Autodefensas Unidas de Colombia”.

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El Cura aseguró: “Ya estaba Gonzalo, estaba Otoniel, estaba Giovanni, que eran los compañeros de la guerrilla que ya se habían entregado más adelante, y estaba un muchacho de las FARC, James, estaba James, estaba otro muchacho, Perro de Monte, Belisario, que eran unos que habían sido de las FARC, estaban ahí”.

Tras la reunión con Carlos Castaño habría quedado pactada la falsa desmovilización: “De ahí nos recogen de Las Tangas, nos entregamos, llegó gente del gobierno, la Fiscalía, nos cogieron los datos. Dejamos los fusiles ahí y firmamos lo que íbamos a firmar, y nos sacó ese señor Móvil Cinco, como eso ya estaba cuadrado con las Autodefensas. En la tarde ya llegó, ya llegaron unas volquetas, nos recogieron, recogimos todos los guerrillos y salimos de ahí por Valencia, San Pedro a la finca La 35 y La 10 en El Tomate. Ya cuando nosotros llegamos allá, eso es una base paramilitar”.

La expansión de los nuevos paras 

En los eventos de la falsa desmovilización estuvieron funcionarios de la Gobernación de Antioquia, de Córdoba, de la Fiscalía y hasta Horacio Serpa, entonces ministro del Interior, además de los altos mandos militares, como el general Iván Ramírez, entonces comandante de la Primera División, Barrero y Sanabria, a quienes les llovieron elogios y condecoraciones por el supuesto logro.

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Eso fue hoy en día lo que se llama un positivo para el Ejército, para el gobierno también porque esas personas ya venían haciendo parte de las Autodefensas”, dijo Elkin Casarrubia, alias El Cura.

La casa Castaño organizó una especie de bolsa de exguerrilleros, hombres con experiencia en la guerra, que serían claves para la expansión paramilitar de finales de los 90, entre ellos el mismo Otoniel, su hermano, alias Giovanni y Marihuano. Los distribuyeron en los distintos frentes que las AUC estaban potenciando en medio país.

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“Mandaron gente para Bolívar, para los Montes de María, mandan gente para La Guajira, para Santa Marta; ya comienzan a mandar gente para la costa, lo que era la costa y a nosotros nos dejan ahí. Queda Otoniel, Belisario, nos dejan en lo que era Apartadó, Turbo, Chigorodó, toda la parte montañosa ahí nos dejan a nosotros. Ya en el año 97, en julio del 97, hacen un grupo, nos recogen un grupo de 87 hombres y nos mandan al departamento del Meta. Mandan a Otoniel y a mi persona. A Tigre y a Marihuano”.

Pero el testimonio de Casarrubia no es el único que apunta a la falsa desmovilización. Varios exguerrilleros que participaron en ese proceso le confirmaron a la JEP esta versión. “A todos nosotros nos repartieron para diferentes zonas. Por ejemplo, metieron gente para, por ejemplo, para Dabeiba; metieron gente para Santa Rita de Ituango, o sea los repartieron a nivel nacional”.

Un exguerrillero de las FARC contó que él mismo, cuando ya se había cambiado de bando y era paramilitar, acudió a la falsa desmovilización para “limpiar sus antecedentes” y contribuir al supuesto falso positivo del Ejército. “El señor Ramiro Vanoy me llevó allá directamente donde Carlos Castaño, entonces me dijo ‘va a haber una desmovilización del EPL con el Gobierno, un proceso de paz con el EPL, entonces usted para que mire a ver si se desmoviliza, si tiene problemas para que resuelva su problema como guerrillero’”.

Otro desmovilizado del EPL confirmó que el Ejército prácticamente los entregó a tropas paramilitares: “Nos llevaron tropas del Ejército al planchón de Valencia. En el planchón de Valencia nos dejaron ahí en unos turbos, nos dejaron tirados en los turbos, ahí nos dejaron. Posteriormente, aparece un grupo armado en camionetas, nos recogen en esas camionetas y nadie sabía quiénes eran, y nosotros estábamos era asustados. Porque todo el mundo decía ‘¿pero estos manes armados quiénes son?’ No se identifican, son armas AK47, no son armas regulares de la Fuerza Pública”.

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Y que luego los distribuyeron por todo el país. “Casi todos los desmovilizados de esa época, por no decir que todos, fuimos a resultar en manos de los grupos paramilitares. Que eso no fue ni siquiera decir '¿quiénes quieren, o quiénes van o quién no?'. Si no llegaban a la finca, llegaba Cero Cuatro, llegaba Doble Cero, era: 'necesitamos 20 muchachos, formen aquí'”.

Además de casi una decena de testimonios de los desmovilizados, la JEP cuenta con documentos que evidencian la farsa. Por ejemplo, una carta de julio de 1996 que le escribió el general Rito Alejo del Río al general Iván Ramírez, comandante de la Primera División, la que llevó a cabo la entrega.

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Allí, le advierte a su superior que varios jefes del EPL y las Farc ya se habían entregado a las autodefensas. “Se ha podido establecer que desde el día 15 de julio de 1996 se están efectuando entregas de antisociales del EPL disidente a este grupo de antisociales de delincuencia organizada, entre los que al parecer se encuentra David Meza Peña (alias Gonzalo), Juan de Dios Úsuga (alias Giovanny) y un grupo aproximado de 30 bandoleros rasos”.

Y que incluso ya operaban como paramilitares. “Se ha podido establecer que los grupos de autodefensas están desarrollando un plan de reclutamiento orientado a desertores del EPL y las FARC, como sucedió con alias James, el cual se les entregó, siéndoles de gran ayuda para combatir los grupos subversivos (FARC - EPL- ELN)”.

Sin embargo, pese a que su comandante Iván Ramírez ya había sido informado de que eran paramilitares, meses después, la Primera División desmovilizó a Gonzalo, Giovanni y James como guerrilleros.

También hacen parte del expediente varias actas donde aparecen los nombres de los guerrilleros que supuestamente entregaron las armas en 1996. La JEP logró verificar que al menos 40 de ellos se desmovilizaron una década después durante el desarme de los paramilitares. Muchos de ellos participaron en las peores acciones violentas de la historia reciente del conflicto colombiano.

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