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El Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos (NHC, por sus siglas en inglés) informó en su reporte más reciente que el huracán Melissa se ubica a unos 130 kilómetros al sureste del centro de Las Bahamas, con vientos sostenidos de 150 kilómetros por hora y un desplazamiento hacia el noreste a 26 kilómetros por hora. Aunque su intensidad ha disminuido, las autoridades mantienen la alerta por posibles lluvias torrenciales, inundaciones y marejadas durante los próximos días.
El NHC advirtió que las condiciones de huracán se mantendrán sobre el archipiélago durante este miércoles y jueves, mientras que en Cuba, donde Melissa tocó tierra como categoría 3, las lluvias comienzan a disminuir gradualmente, aunque persisten algunos aguaceros dispersos. Además, las marejadas continúan afectando amplias zonas del Caribe occidental, incluidas Jamaica, La Española, las Islas Caimán y el este de Cuba, con previsión de que alcancen las Bermudas hacia el final de la semana.
Pese a su debilitamiento, los meteorólogos no descartan que Melissa pueda reintensificarse levemente al desplazarse sobre aguas más cálidas del Atlántico norte. No obstante, la magnitud del impacto ya registrado lo posiciona como el huracán más destructivo de la actual temporada en el Atlántico.
Las cifras preliminares revelan el alcance de la tragedia: Haití ha reportado al menos 20 fallecidos, la mitad de ellos menores de edad, y una decena de desaparecidos. En Jamaica, tres personas perdieron la vida y cerca de 500.000 habitantes se encuentran sin suministro eléctrico. En República Dominicana se confirmó una víctima, mientras que en Cuba el fenómeno dejó amplias zonas sin energía y daños severos en viviendas e infraestructuras.
Cuba enfrentó una de las jornadas más críticas la madrugada del miércoles, cuando el huracán impactó el extremo oriental de la isla con vientos que alcanzaron los 193 kilómetros por hora. El presidente Miguel Díaz-Canel calificó la situación como "una madrugada muy compleja" e informó sobre "daños cuantiosos" en varias provincias.
En Santiago de Cuba, ciudad con medio millón de habitantes, los techos de las viviendas fueron arrancados por el viento, las calles quedaron bloqueadas por árboles caídos y la red eléctrica colapsó. En zonas rurales, el desbordamiento de ríos provocó la pérdida de ganado y destruyó cultivos. “No es fácil perder lo poco que uno tiene”, dijo Mariela Reyes, una habitante que vio cómo el techo de su casa salió volando durante el paso del ciclón.
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Las autoridades cubanas informaron que más de 735.000 personas fueron evacuadas en las provincias de Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo. La empresa estatal de telecomunicaciones, ETECSA, confirmó interrupciones en los servicios telefónicos y de internet en esas regiones, mientras que los equipos de emergencia trabajan para restablecer la conectividad.
En Haití, la situación también es crítica, pues las lluvias intensas provocaron el desbordamiento del río La Digue en la ciudad sureña de Petit-Goâve, arrastrando viviendas y dejando varios desaparecidos. Las autoridades locales decretaron el cierre de escuelas, comercios y oficinas gubernamentales para evitar más víctimas.
Mientras Melissa continúa su desplazamiento hacia Las Bahamas, las autoridades locales se preparan para enfrentar lluvias intensas y posibles cortes de energía. El gobierno bahameño ordenó el cierre de escuelas y aeropuertos en varias islas del archipiélago, además de activar refugios temporales. El NHC estima que el huracán podría mantener su fuerza actual durante las próximas 24 horas antes de debilitarse al desplazarse hacia aguas más frías del Atlántico norte.
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Sin embargo, se advierte que las marejadas seguirán representando un peligro para las zonas costeras, incluso en regiones que no se encuentren directamente bajo su trayectoria. La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) informó que coordina con los gobiernos locales el envío de asistencia y suministros a las áreas más afectadas, especialmente en Haití y Jamaica.
En Jamaica, el primer ministro Andrew Holness declaró el estado de desastre nacional tras el paso del huracán. Melissa tocó tierra el martes con vientos sostenidos cercanos a los 300 kilómetros por hora, lo que lo convierte en el fenómeno más fuerte en azotar la isla en casi un siglo. La última tormenta de esa magnitud se había registrado en 1935, durante el llamado "Huracán del Día del Trabajo" en los cayos de Florida.
La devastación abarca zonas rurales y urbanas: carreteras, puentes, tendidos eléctricos y viviendas resultaron gravemente afectados. "Parte del techo se derrumbó, toda la casa está inundada y los corrales quedaron destruidos", relató Lisa Sangster, residente del suroeste de la isla. La Oficina Nacional de Meteorología confirmó que el país enfrenta "una situación sin precedentes" y que los equipos de rescate enfrentan dificultades por los derrumbes y la obstrucción de caminos.
El coordinador de Naciones Unidas para el Caribe, Dennis Zulu, señaló desde Kingston que la destrucción de infraestructuras y servicios básicos en Jamaica “supera lo registrado en décadas recientes”. La ONU evalúa un plan de apoyo humanitario conjunto para asistir a los países más golpeados por el huracán.
Melissa se formó a mediados de octubre en el Atlántico tropical y rápidamente ganó fuerza, intensificándose en menos de 48 horas hasta alcanzar la categoría 5. Expertos atribuyen esa rápida evolución al aumento de las temperaturas oceánicas, consecuencia del calentamiento global.
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El meteorólogo Kerry Emanuel explicó que el calentamiento global está provocando que más tormentas se intensifiquen rápidamente, como ocurrió con Melissa, lo que eleva el riesgo de lluvias extremas. "El agua mata a mucha más gente que el viento", dijo a la AFP.
Con información de EFE y AFP
VALENTINA GÓMEZ GÓMEZ
NOTICIAS CARACOL
vgomezgo@caracoltv.com.co