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Madeleine McCann tenía tres años cuando desapareció en 2007 del apartamento en Portugal donde su familia estaba de vacaciones. Desencadenó una búsqueda mundial masiva y casi dos décadas de incesante atención mediática, pero el caso sigue sin resolverse.
Julia Wandelt, de 24 años y originaria de Lubin, Polonia, comenzó a acosar a los padres de Madeleine a mediados de 2022. En un momento dado, golpeó la puerta de la casa familiar y en otra ocasión se presentó en una vigilia exigiendo que se hicieran pruebas de ADN para demostrar que ella era "Maddie".
Durante el juicio que se prolongó durante un mes en el Reino Unido, tanto los padres de McCann como sus gemelos, ya adultos, hicieron raras apariciones públicas para testificar. El jurado, reunido en el Tribunal de la Corona de Leicester, en el centro de Inglaterra, declaró a Wandelt culpable de acoso. Sin embargo, la absolvió del cargo más grave de acecho "que causó grave alarma y angustia" a Kate y Gerry McCann.
Según se informó al tribunal, Wandelt sollozó justo afuera de la sala del tribunal mientras esperaba la sentencia después de escuchar el veredicto unánime. La jueza, Johanna Cutts, la sentenció a la pena máxima de seis meses de prisión preventiva. Wandelt ya cumplió ese tiempo en la cárcel mientras esperaba el juicio, pero la jueza indicó que también se había emitido una orden de deportación en su contra.
"No existía ninguna base adecuada ni lógica para su afirmación de que usted era Madeleine, y debería haberlo aceptado", dijo el juez, calificando sus acciones de "injustificadas, crueles y... criminales".
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Los McCann declararon: "No nos complace el resultado". Añadieron que habían acudido a los tribunales porque "solo querían que cesara el acoso". Cutts también impuso una orden de restricción indefinida a Wandelt "para la protección de los McCann", prohibiéndole cualquier contacto con ellos.
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El jurado absolvió a la coacusada Karen Spragg, de Cardiff, la capital galesa, de los cargos de acoso y persecución. Había sido acusada de ayudar a Wandelt a presentarse en la casa de los McCann y de contactarlos por teléfono y mensajes. No obstante, Cutts le impuso una orden de alejamiento de cinco años. Los padres de McCann, ambos médicos, han soportado el peso de la atención internacional desde la desaparición de su hija.
Kate McCann testificó sobre la angustia que Wandelt le había causado, mientras que su esposo Gerry dijo que su comportamiento se había vuelto "en ocasiones insoportable". Su otra hija, Amelie, contó que había recibido mensajes "inquietantes" en las redes sociales de ella.
El abogado de Wandelt, Tom Price, había instado al jurado a absolverla, argumentando que estaba confundida acerca de sus antecedentes familiares. Al declarar, Wandelt reveló un pasado problemático, habiendo sufrido autolesiones e intentado suicidarse tras haber sido abusada de niña por su padrastro.
Ante el tribunal, declaró que el retrato robot de un sospechoso en la desaparición de Madeleine se parecía "bastante" a su abusador y que el sospechoso compartía su apellido. Ella señaló que ese había sido un "factor importante" para que comenzara a creer que ella era la niña desaparecida.
Wandelt afirmó tener pocos recuerdos de su infancia, pero que entre los que sí tenía figuraban estar con la familia McCann, jugar a la ronda y dar de comer al hermano menor de Madeleine, Sean. Además, insistió en que había "intentado de todo", incluyendo contactar con la Interpol, la policía y organizaciones benéficas de personas desaparecidas, antes de contactar con los McCann.
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Los fiscales detallaron "pruebas científicas inequívocas" de un experto forense que demuestran que su perfil de ADN no coincide con el de Madeleine y que no tiene ningún vínculo familiar con los McCann. Spragg había sido acusado de ayudarla dejando mensajes para Kate McCann, enviando correos electrónicos y "confrontando" a la pareja en la entrada de su casa. El abogado de Spragg dijo que el único propósito de su cliente había sido averiguar si Wandelt "podría ser la Madeleine desaparecida".
El caso McCann volvió a estar en el punto de mira en septiembre después de que el principal sospechoso, Christian Brueckner, fuera liberado de una prisión alemana tras cumplir una condena de siete años por violación. No ha sido acusado por la desaparición de Madeleine debido a la falta de pruebas, a pesar de que los fiscales alemanes lo nombraron como su principal sospechoso en 2020.
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AFP